jueves, 29 de julio de 2021

BUENA CHICA


 BUENA CHICA

 

Había que ser buena chica.

Había que serlo

y parecerlo.

No usar la pollera demasiado corta,

no usar las uñas demasiado largas,

morderse el deseo en la ducha

y dejar el grito en reposo,

como si fuera un saquito de té eterno

y la garganta

una taza de porcelana rosada

como la herida del no poder decir.

Había que extirpar del cuerpo

la conciencia del fuego,

por lo menos hasta que el cura del barrio,

tan glotón,

tan concupiscente en su abrazo a los postres

con los que la vecina de enfrente tapizaba

su camino al paraíso,

bendijera tu cama.

Había que avergonzarse del amor

cuando el amor

bombardeaba con sus fervores.

Era difícil, sí.

Yo no era buena.

Estaba tan viva.

 

Jamás imaginé que llegaría el día

en el que ser buena chica

(aséptica, fría,

apagada como una lámpara sin pájaros)

me costaría nada. 


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