martes, 29 de noviembre de 2022

ARAÑAS VERDES


 ARAÑAS VERDES



La Muerte siempre estuvo ahí.

Siempre.

Fue una vecina más cuchicheando en las esquinas del barrio

cuando el pibe de los ojos increíbles se ahogó en la tosquera

(el pibe tenía catorce años y vos apenas siete,

pero te gustaban esos ojos calientes como arañas verdes).

Él no te había mirado nunca

(cómo te iba a mirar,

tan chiquita,

con esas patitas flacas y el pelo demasiado corto,

y el álbum de figuritas con brillantina al que le faltaba la más difícil

siempre debajo del brazo),

pero pasaron cuarenta años

y cada vez que un pibe se va así,

engullido por ese sacrificio urbano

que convenimos en llamar accidente,

soñás con arañas verdes.

Arañas que trepan por tu cuerpo nuevamente niño,

se enredan en tu pelito corto

y  hacen agua en tu mirada para llover su dolor toda la noche.

Para llover toda la noche los recuerdos

que no serán nunca

y la impotencia de saber que Ella siempre estuvo ahí,

que siempre va a estar ahí,

cuchicheando con las vecinas,

mientras alguna madre descuelga de su útero

una guirnalda de mariposas rotas.




Del poemario "Pretty in pink" (2016)

domingo, 27 de noviembre de 2022

FLORES DE SAPO


 FLORES DE SAPO

A Daniel


¿Te acordás cómo eran?
Blancas. Con forma de estrella.
Crecían en los terrenos baldíos
y en el luto de los jardines descuidados.
Una prueba irrebatible de verano.
Flores de sapo. 


Entonces la vida sucedía
en la infinitud de enero,
en su garganta de pasto y mariposas,
en sus mentiras azules:
vos y yo girando con los ojos cerrados
para marearnos y gritar “¡Se cae el mundo, se cae, se cae!”
y ese sol que nunca volvió a ser el mismo
desde que la sangre me visitó en sueños.


Eran blancas, sí,
con forma de estrella.
No demasiado grandes
pero mucho más grandes que los infames bichos colorados.
A las otras chicas les daban miedo
(si hay una flor de sapo hay un sapo cerca, seguro, seguro).
A mí me gustaban.


Entonces la vida tenía el asombro

de las cosas que todavía no empiezan,
faltaban muchos años para que yo me cruzara
con el primer hombre que juré irreemplazable
y reemplacé con feroz alegría,
y muchos más  todavía para que me dejaras sola,
deshermanada,
enterada de que no hace falta marearse para notar que el mundo
(este mundo que es tan grande sin vos)
se viene cayendo desde hace rato.





Del poemario "Pretty in pink" (2016)

martes, 22 de noviembre de 2022

IRSE


  IRSE

 

Aquel novio que tuve,

el que murió a los veintidós,

decía que los objetos

no tenían durar más que las personas.

Por eso, después de cada uno de nuestros brindis,

rompía las copas con una feroz alegría adolescente

que a mí me indignaba.

No eran cristales de Bohemia, claro.

Pero eran copas lindas.

(Él ni siquiera habrá imaginado

la cantidad de cosas fútiles

que iban a sobrevivirlo:

platos, tazas, portarretratos,

recuerdos de las vacaciones en Mar de Ajó).

 

Yo pienso que las personas no deberíamos durar

más que el amor.

Que deberíamos irnos antes de que desnudarse

se convierta en un acto mecánico,

como barrer la cocina o darle de comer al perro.

Antes de que nuestra desnudez

deje ser en los ojos del otro

un salto de resplandor,

la declaración de guerra de un faro rebelde

que ilumina

el camino a seguir para que los cuerpos se estrellen

contra la tormenta del deseo.

 

Yo creo que deberíamos irnos

antes de que se apolillen los confites.



Arte: Erica Calardo

domingo, 20 de noviembre de 2022

AZUCENAS DE CARNAVAL


 AZUCENAS DE CARNAVAL


Pasaron los carnavales

y las azucenas no florecieron.

Ni el trasplante al rincón más soleado del jardín,

ni el riego constante,

ni la esperanza

alcanzaron para que el milagro rosa estallara,

un coro de luz regalándole al cielo

la intensa pirotecnia del verano.

"Otro año sin azucenas de carnaval",

digo, un poco desencantada.

Y pienso que las cosas a veces son así:

no importa cuánto nos esforcemos,

cuánto sol, cuánta agua,

cuánta esperanza pongamos:

no hay flores,

no hay recompensa.

 

Sin embargo,

no me doy por vencida.

Tengo todo un año para soñar

un carnaval con azucenas.

Tengo toda una vida

para entender

que la paciencia es una virtud

y lo que tiene que florecer

florecerá tarde o temprano.

Y lo que no

será otro paso en falso en el jardín,

una lección que había que aprender

para aceptar que la primavera,

algunas veces,

elige seguir de largo.

 

lunes, 14 de noviembre de 2022

AMOR

 

AMOR
  
“Es esto:
Transacciones sin efectivo.
La manta siempre un poco corta.
El contacto flojo.”
Günter Grass

Es esto:
algo tan alejado de los sueños,
algo tan cercano al sueño,
una frazada siempre demasiado corta
y los pies destapados
tanteando el aliento del invierno.
La almohada en disputa,
la piel vigilante
(un tigre viejo que regresa
y algo que se escapa,
algo vivo que se salva).

La cocina diligente,
veinte dedos compasivos
releyendo cada día
el monólogo de un mantel a cuadros,
otra copa de vino.
Las urgencias que nunca
serán poema:
hay que cortar el pasto,
hay que sacar la ropa de verano,
hay que pagar el teléfono.

Es esto:
él mirándome con un deseo apacible
cuando me pruebo un vestido nuevo,
sabiendo de memoria mi ombligo,
mis gestos de cansancio,
las pequeñas arrugas que se van animando
a morderme los ojos.
Yo encaprichada con un perfume francés
que no voy a usar nunca.

La luna, en el cielo.
El mar, a 400 kilómetros.
¿Rosas? En el jardín, a veces
(“¿Ves? Esto es lo que hacen tus amigos los caracoles,
los que vos no querés matar:
o tenés rosas o tenés caracoles.
Decidite.”)
¿Princesas? En las películas de Disney, al principio
(y cuando se acaba el principio,
cuando se acaban los crayones,
la leche chocolatada,
los actos por el 25 de Mayo,
cierto desencanto, 
una soledad de  a dos que se instala sobre los muebles
como una fina capa de polvo).

Es esto:
cheques girados al descubierto,
números rojos,
pagarés impagables.
Domingos sin misa,
misas donde nos partimos y nos repartimos
y somos un poco dioses,
un poco salvadores del mundo.
Huellas que van quedando
en la memoria de la nieve
y un deshielo siempre al acecho
que no va a llegar nunca.



Arte: Arjun Das
Del poemario "Pretty in pink" (2016)

domingo, 6 de noviembre de 2022

LAS SIRENAS


 LAS SIRENAS



Las sirenas somos

mujeres a medio camino
entre el capricho  y el naufragio.
Somos un dolor de Andersen,
una estatua en Copenhague,
una maldición griega,
una caricatura de Disney,
un truco de feria.
Tenemos un nudo de peces en la garganta
cuando decimos que sí con la cabeza
y decimos que no con el corazón
(un parpadeo de algas
en la comisura del verano,
una retahíla de caracoles transparentes
entrampada en las palabras).
Nos miramos los pies inexistentes
y nos probamos zapatos de agua.


Las sirenas nunca nos damos por vencidas:
nos damos por pescadas.
Insistimos en devorar anzuelos
(aunque nadie puede atraparnos jamás
porque mentimos demasiado).
Renegamos del mar
pero no podríamos vivir en otro lugar
(necesitamos que las olas nos arropen
cuando llega la noche;
necesitamos el líquido sustento del océano
para esconder nuestras lágrimas).


Las sirenas entorpecemos todas las cosas.
Confundimos  el sueño con la muerte,
el hambre con el dolor
de los  parques  descuidados.


Las sirenas somos mujeres a medio camino
entre el horror y el milagro.
Somos un cuento de nunca acabar,
una pintura de Waterhouse,
un fraude del siglo XIX,
un  guiño crispado,
el personaje secundario
de una  ópera de Wagner.
Tenemos un problema serio
debajo de la cintura:
una mitad de pez que no pedimos,
una súplica de erotismo impracticable.
Las sirenas somos,

mal que nos pese,
una promesa de sexo
naturalmente incumplida.