jueves, 28 de diciembre de 2023

CANCIÓN DE AMOR PARA LOS PEQUEÑOS SERES QUE MUEREN


 CANCIÓN DE AMOR PARA LOS PEQUEÑOS SERES QUE MUEREN




Un vestido azul

girando 

en el poema más triste. 

Un vestido azul muy amado

que se deshace

como un nudo de lágrimas. 

Y debajo del vestido 

(que es un sueño, 

que es un grito,

que es la aterradora claridad del verano) 

los pequeños seres que se van en silencio, 

los innombrados, 

los que no le duelen más que a la tierra: 

el grillo que clavaba su puñal 

en el cuerpo incesante de la noche,

la araña sin edad, 

el caracol montando arabescos de vidrio. 



(No, el que gira no es un vestido azul, 

el que gira es un pájaro, 

muerto desde antes que yo empezara a cantarle, 

muerto desde siempre, 

y también es un sueño, 

también es un grito,

también es el verano despiadado 

escalando las piernas del alba 

como un amante ávido.  

El que gira es un pájaro. 

Pero está tieso. Tan tieso. 

Yo lo miro y no entiendo. 

Lo miro y lo miro. 

Lo miro y pienso que el mejor lugar para olvidarlo 

es ahí,  

entre las calas).





martes, 26 de diciembre de 2023

EN SUEÑOS


 EN SUEÑOS


Cuánto hace que no voy al cementerio,
pensé,
mientras arreglaba el cantero del jardín.

Cuánto hace que no veo a mi hermano.

Al principio, se me aparecía en sueños
y yo lo abrazaba con una alegría feroz,
y le decía “Gordo, viniste”,
porque sabía que estaba muerto
pero también que estaba ahí, tangible en el abrazo.
Después, empecé a soñar con otras cosas:
con gatos y recetas de cocina,
con el mar,  con Ryan Gosling.
Sueños sin peso, insoportablemente livianos,
plumas de ganso del inconsciente.

Brujas, chamanes, tarotistas,
facilitadores de constelaciones familiares,
lectoras de registros akáshicos.
A todos les pregunté por él.
A todos les dije quiero ver a mi hermano,
quiero hablar con mi hermano,
quiero saber dónde está,
quiero un mensaje, una señal,
algo que me ayude a tapar el agujero de la ausencia,
un milagro ultraterreno, una mentira piadosa.
Pero nada.
Nada de nada.
Mi hermano está muerto y callado.
Ni el más ingenuo de los pensamientos mágicos
sirvió para aliviar una década de luto.
Una década eterna.

Cuánto hace que no voy al cementerio,
pensé,
mientras arreglaba el cantero del jardín.
Cuánto hace que no reemplazo las flores secas,
beso su foto,
repaso con el dedo cada palabra de su epitafio,
Kata ton daimona eaytoy,
el mismo que Jim Morrison,
un capricho mío, una tontería mía,
un homenaje a su espíritu o a su demonio,
a eso que lo hizo tan él y se esconde
detrás de las piruetas de los gatos y la sonrisa de Ryan Gosling.
Porque yo sueño con mi hermano todas las noches,
ahora me doy cuenta.
Sueño con mi hermano todas las noches.

Todas las noches desde hace diez años.

domingo, 24 de diciembre de 2023

SI VOLVIERA


 SI VOLVIERA 



“Lo mejor es creer que pasó todo
como debía”.
José Emilio Pacheco


Si volviera alguna vez al camino andado
me detendría en ciertas bellezas que pasaron desapercibidas:
los ojos de mi padre, tan parecidos a los míos,
mi ombligo plantando bandera en la efervescencia de la bikini roja
que heredé de mi hermana,
Adriana lavándose el pelo en la pileta del patio
de su vieja casa de Lanús.

Si volviera
demoraría mi  vuelo en los olores:
la colonia “Coqueterías”,
el tuco de mi abuela,
los azucenas de mis quince,
la cabeza de mi hijo recién parido.

Le sonreiría a la profesora de francés
que me obligaba a lavarme la cara cada mañana
cuando iba a la escuela con los ojos pintados,
al cura que me echó de la iglesia porque salía con un hombre casado,
a las vecinas que murmuraban al verme pasar
hamacando mi embarazo flojo de papeles,
a las amigas que dejaron de quererme.

Le sonreiría a la Muerte:
ningún aguijón de dolor
impidió que la carpa del circo
se instalara en mi piel cada verano.
Nada se llevó al final,
nada.
Todo lo guardo y lo revivo
en el ritual profundo y claro
de abrir el corazón y derrochar
girasoles y juguetes.



Arte: "Risveglio",  Nicoletta Ceccoli

viernes, 22 de diciembre de 2023

RECOMPOSICIÓN


 RECOMPOSICIÓN


A Janis Joplin

“hay que llorar hasta romperse
para crear o decir una pequeña canción”
Alejandra Pizarnik


Recompone la voz,

el rumor de la rosa que se rompe.

El aserrín del alba flota en su garganta.

Alguien bebe su sed

urdida con cuchillos indignados,

con hebras de grafito.



Recompone la arisca desnudez,

la memoria enfocada en los espejos.

Su lengua de cobre se demora

en un plato de agujas extraviadas,

en un hueso viento.



Hay mujeres erradas

en su entrepierna abierta como un pórtico obsceno.

Hay hombres que imprimen sus licores

y se esconden adentro,

en el claustro umbroso de las tripas.



Estaba del lado equivocado de la noche

y la dieron por muerta.

Pero ella recompone.

Afila la laringe.

Canta.



Un poema como éste sólo se puede terminar llorando.






Arte: "Janis Joplin", Francois Xavier Vaudeleau

miércoles, 20 de diciembre de 2023

FIN DE ETAPA


 FIN DE ETAPA


“…y también perdida la muchacha, a los cuarenta ya es solamente una manera de llorar dentro de una palabra.”
Julio Cortázar



La primera vez que me desnudé frente al espejo

tenía doce años.

Mis pechos levitaban

y mi ombligo era

una flor levemente rosada

que marcaba el camino hacia constelaciones de saliva,

nidos de vértigo,

quemaduras ciegas

como cachorros recién nacidos.



La primera vez que busqué la palabra mujer en el diccionario

tenía doce años.

Y ahí estaba yo,

desnuda frente al espejo,

germinada,

deletreando la vida con los muslos.

El agua devenida en vino

me erigía

en rehén del milagro.



Hoy el vino es agua nuevamente

y me acordonan

los fantasmas del viento.

Me reconozco como un árbol sin hojas:

el memorándum perfecto del otoño.

Y pregunto lo mismo

que preguntó mi madre,

que preguntó la madre de mi madre,

que preguntaron todas

(reinas, mendigas, Julietas que no tuvieron la delicadeza de morirse):

¿Cómo asumir esta diáspora sombría

de golondrinas rojas?

¿Cómo aceptar abril y sus misterios,

su silencio de peces que abandonan

el río absoluto de mis piernas?



La última vez que me desnudé frente al espejo

tenía cuarenta y seis años.

Me sentí un mar ausente,

la piel susurrada por caracoles lejanos.

Supe que me tocaba

armar mi rompecabezas sin la sangre.

Y sonreír, sonreír, sonreír.

Como si no hubiera perdido todavía

la esperanza de reencontrarme con la primavera.







Arte: "Amor", Christian Schloe