jueves, 28 de febrero de 2019

NADIE DEJA SU CASA SIN DOLOR


NADIE DEJA SU CASA SIN DOLOR

¿Alguna vez te preguntaste por qué?
¿Por qué los pies aullando en el desierto
como coyotes huérfanos,
diez dedos mordidos por el sol
y el hambre silbando sus artes de serpiente?
¿Por qué los pulmones peregrinando el mar
como peces enfermos,
el aire podado por la sal
y el miedo declamando sus colmillos de escualo?

Nadie deja su casa sin dolor.
Nadie deja su casa sin sepultarse en sus cimientos
y resucitar en la promesa del horizonte.

¿Alguna vez te preguntaste por qué?
¿Por qué las fronteras y los muros son detalles
que los pájaros ignoran?
¿Por qué las mariposas migran libres
por encima de las voces del tirano?
Si abrieras los ojos de tu espejo
todas las pupilas serían la génesis de tu llanto,
en todas las bocas levaría el pan de tu risa,
 todos los hombres dormidos respirarían tu sueño.
¿Alguna vez te preguntaste por qué
el bosque conjuga en su espesura
todos los tonos de verde
y en ningún lugar es menos savia,
menos eternidad,
menos nido?

Nadie deja su casa sin dolor.
Nadie cierra una puerta sin esperar que el corazón del mundo
abra otra,
la definitiva.


sábado, 23 de febrero de 2019

SEÑORAS DECENTES



SEÑORAS DECENTES



Parecía tan buena pero mirá,
era mala como la madre,
era puta como la de acá a la vuelta,
era loca como la que le da de comer migas de pan a las palomas
(y las palomas le cagan la vereda,
y eso es un asco,
un asco como la panza de esa pibita
que no debe tener ni diecisiete,
como el tatuaje de ese pibito
que seguro anda en la droga).


Nosotras, por suerte,
no somos malas, ni putas, ni locas.
Los pájaros ni se nos acercan
(nuestras veredas están impecables).
Tampoco se nos acercan los magos
ni las gitanas quiromantes.


Nosotras,  por suerte,
estamos del lado correcto de la vida.
El lado ordenado.
Nuestros nombres no jadean,
no tejen y destejen
poemas de saliva.
Nuestros hombres están bien guardados
bajo siete llaves de hastío.


Nosotras somos justas y equitativas.
Democráticas. Decentes.
Centradas.
Ni poemas, ni magos, ni palomas.
Ni sexo a los diecisiete
(era puta, te dije que era puta).
A lo sumo,
alguna telenovela de una actriz mexicana
demasiado aniñada para tener cuarenta.
A lo sumo,
algún pasquín de cuarta
cuando se suicida un famoso. 


Nosotras somos señoras decentes:
los pies en el barrio
y en el cielo, nada.




Arte: Three Ladies, Nora Gower

jueves, 21 de febrero de 2019

CHOUPETTE


CHOUPETTE

“El más pequeño gato es una obra maestra.”
Leonardo da Vinci


Duerme a mis pies,

una bolita térmica que sustituyó al invierno.

Se hace como se hace el silencio

caliente y dulce,

filtrándose entre los intersticios de la casa,

reinando en el paraíso trivial de los sillones,

corriendo detrás de todo lo que rueda,

un carretel de hilo,

un corcho,

una lágrima.

Le toco la cabeza,

pequeña corona de deidad doméstica

abierta al mundo en sus ojos verdes,

cuento las chispas de su lomo elástico.

Brilla en su soledad pero me busca a veces,

si tiene hambre,

si tiene frío,

si la caricia no llega en tiempo y forma

colmando su exigencia.



Duerme a mis pies,

una bolita tropical que respira

subiendo y bajando como la marea.

Pero en sus sueños es una bestia dorada

que gotea cuando la tormenta arrecia,

dueña de las tejas y las chapas,

isla indescifrable

en el archipiélago de la noche,

y se descuelga

de las oraciones vespertinas,

para hundirse en la boca de la luna.



Es una gatita,

una linda gatita,

podría ser un dibujo animado,

comiendo lasaña,

dejándose burlar por los ratones.

Tiene el nombre de la mascota

de un diseñador de moda.

Pero cuando se relame adivino la ferocidad

que 9000 años de humanidad invasora

no pudieron quebrar.



Ayer mató a un pájaro y  me lo ofreció,

una dádiva cruel como un plato de carne cruda.

Hay algo inquietante en ella,

un demonio cazador que reposa

hasta el zarpazo inesperado.

Pero duerme a mis pies,

humeante,

mullida,

y yo agradezco que me engañe

y me deje pensar que es mía.





Arte: LoLo-ology

domingo, 17 de febrero de 2019

PARECIDOS



PARECIDOS

De mi padre heredé los ojos,
el pelo ondeado,
la mala dentadura,
la vocación de buena samaritana.
Murió joven y tuve un velorio multitudinario:
muchos amigos lloraron,
otros contaron chistes.
La mayoría suspiró con alivio
porque ya no tendría que devolver
ni billetes ni favores.
Fue en el '76.
En el '77
Boca fue Campeón de América.
Yo era chica pero me acuerdo
porque alguien dejó una placa en su tumba
con los colores xeneizes
que decía "Para vos, Jorge".
Seguramente fue un amigo
que usó al equipo de la Ribera
para saldar una antigua deuda.

En lo demás
me parezco a mi madre:
quejosa, lunática,
con unos brazos de Mr. Universo sin ejercitar
que me quitan el sueño pero no el hambre,
fanática de los dramas policiales para televisión
y  de los dramas domésticos
ideales para poner a prueba
el pañuelo de la dama
y la paciencia del caballero.

Yo no coso ni tejo,
es cierto.
En eso me parezco a mi abuela
que no hacía más que suspirar
porque el sillón desde donde veía pasar la vida
mientras otros hacían lo que había que hacer
no era un trono de la Casa de los Borbones.

En lo demás
me parezco a mi madre:
quejosa, lunática.
De las que ladran, ladran y ladran
y no muerden nunca.
Ella,
porque es mejor de lo que parece.
Yo,
porque heredé la dentadura de mi padre,
tan mala.



viernes, 15 de febrero de 2019

274 DÍAS



274 DÍAS

274 días duró su matrimonio.
274 noches la tuvo en su cama,
desnuda y rubia,
la mujer a la que todos amaban
y él quería amar con exclusividad,
la mujer del vestido blanco
y las piernas del mundo.
La mujer que no podía darle un hijo
que lanzara al futuro,
como una piedra de esperanza,
su apellido italiano.

274 días duró su matrimonio.
Después,
ella se casó con otro
pero él siguió siendo un puerto
donde la niña naufragio podía atracar
cuando la abandonaban sus amantes,
sus psiquiatras,
sus ganas de bañarse y cepillarse el pelo,
sus ganas de vivir.

Cuando ella murió
él rugió como un león
y lloró como un recién nacido.
Pero tuvo el coraje para organizar su funeral,
comprar las flores,
vestirla,
prohibir que se acercaran a su cadáver
las moscas y los depredadores.

Un segundo antes de que el cáncer
ganara otra batalla
él lanzó su nombre al más allá,
como una piedra de esperanza.
“Al fin voy a poder volver a ver a Marilyn”
murmuró Joe Di Maggio.

Al fin.


Arte: "Joe loves Monroe", Perry Milou

martes, 12 de febrero de 2019

LOS ZAPATOS DE JUDY GARLAND


LOS ZAPATOS DE JUDY GARLAND


Toto, me parece que ya no estamos en Kansas.


Estamos en un lugar donde soy un piano a la deriva,

una flauta con los huesos apolillados.

Tengo los ojos hinchados,

el maquillaje corrido.

los sesos esparcidos por las paredes.

Mis hombres están quietos

como conejos muertos.

Mis hijos son crisantemos 

que se marchitan cuando los miro.

Una lluvia de whisky y vidrios

me moja los pies.

Estoy descalza.

¿Dónde están mis zapatos?


Toto, de día soy la pequeña jorobada

a la que le tocaban las piernas.

De noche

salgo a cazar enanos borrachos

con una red de mariposas.

Nunca fui la más linda de la MGM.

Nunca fui Lana Turner.

Me corté el cuello con una navaja de afeitar

pero alguien tiró de mi vestido celeste

empapado de mocos y lágrimas

y  me trajo de vuelta a la vida.

A este lugar.

Que no es Kansas, Toto.

Es un túnel sucio

donde las placas tectónicas  del alma colisionan

y las venas se derrumban

como edificios picados de viruela.

Trato de recordar aquella canción

pero las pastillas son pajaritos mudos,

coágulos de silencio en la memoria.

En la garganta tengo un arcoíris seco,

un do re mi de púas en el corazón.

Estoy cansada.

Estoy descalza.


Toto,  me parece que ya son demasiadas pastillas.

Peno no sé.

¿Dónde están mis zapatos rojos?


Quiero volver a casa.