martes, 31 de mayo de 2022

SONIA


 SONIA


Andaba por los diecisiete
y era la prima de las vecinas rusas.
Yo tendría cinco o seis años
y estaba fascinada con su pelo largo y rubio,
sus ojos azules,
su olor a jardín de invierno,
a moneda de nieve.
Parecía estar hecha para el silencio
pero cantaba
y su voz era redonda y profunda
como las notas de un pájaro,
como el llamado de una campana nupcial.
Cantaba
y le daba cuerda a una caja de música que conservo intacta
en mi memoria de infancia:
un molino que giraba sus aspas iluminadas
al compás del “Vals de las flores”,
Tchaikovsky para soñar los sueños de los cinco años,
el privilegio de ser amiga
de la prima de las rusas.

Andaba por los diecisiete
y era tan hermosa
que yo me mordía las lágrimas cuando era ella
la que me desenredaba los rulos
y hundía mi nariz mora en su pelo rubio cada vez que podía:
jardín de invierno, sí,
moneda de nieve,
Snegúrochka.

Sonia, la rusita.
La perdí en alguna mudanza.
Años después supe que se suicidó a los veinte,
con el vestido roto
y el aliento borracho del padre
empotrado en la nuca.


domingo, 29 de mayo de 2022

LOLA



      LOLA

“Mañana
me vestirán con cenizas al alba,
me llenarán la boca de flores.”
Alejandra Pizarnik



No, no me vas a convencer.

Las mujeres no nacemos

para ganarnos,

a los quince años,

un par de alitas de papel de arroz.

Para vaciarnos de cardúmenes rojos

y repletarnos

de velones y rosarios de plástico.

Para obtener el status de estampita

y quedarnos inmóviles.

Para siempre.

Para siempre.



A los quince años los ojos fracturados como un paraguas herido de viento, no.

La mordedura letal de la arena y el sol como verdugo, no.

El miedo tejiendo nubes de vidrio que se rompen al respirarlas, no.

(El verano es un caballo azul que sangra

porque mi cuerpo

es una llaga abierta en su lomo absoluto).



Un angelito más en el cielo.

Y en la tierra, ¿qué?

En la tierra algo que se quiebra,

(una mujer que no será

o un pájaro),

el lobo omnipresente

y el horror de saber que el bosque crece,

sin paréntesis,

como un tumor de sombra.


jueves, 26 de mayo de 2022

LUCÍA


  LUCÍA

 “Los corazoncitos que pintaste en todo
permanecen, como rastro de tu pánico.”
Ted Hughes
  
Abro el diario y veo tu foto:
una chica muerta,
otra chica muerta.
Veo tu foto y tiemblo,
tu foto me apedrea,
voy al supermercado de la otra cuadra
con un hilito de sangre en la sien.
Una mujer de ojos saltones
se escandaliza por el piercing
que tenías en la boca,
mal andan y mal acaban, sentencia,
nunca tuvo dieciséis, pienso yo.
Pero me callo,
me siento mal,
sangro,
sigo sangrando.

Enciendo el televisor y veo tu foto:
una chica muerta,
otra chica muerta.
Te imagino dibujando corazoncitos
en los márgenes claros de tus mañanas,
dieciséis años,
yo también tuve dieciséis años
y me apuré a abrir las puertas del cuerpo
para salir a jugar con el amor,
la señora del supermercado también tuvo dieciséis,
no se acuerda,
seguro que no se acuerda.

Cierro los ojos y veo tu foto:
una chica muerta,
otra chica muerta.
Me pregunto cuándo nos empezó a pasar esto,
este lidiar con chicas muertas todos los días,
chicas muertas enormes como toros hechos de lágrimas,
y nosotros con estas capas apolilladas.
Me pregunto cuándo el cielo dejó de ser el cielo
y se convirtió
en un mendrugo de azul que no redime a nadie,
en una amenaza de azulejos sucios,
en un nudo feroz de mujeres que sangran:
nosotras, vosotras, ellas. 


De "Pan de Agua - Poesía social contemporánea de Bueno Aires", La Luna Que (2017)


lunes, 23 de mayo de 2022

SER MUJER EXIGE

 

Ser mujer exige

una lucidez exasperada.

Ser la hacedora del poema,

su destino,

su boca escupiendo sangre

después del golpe rotundo

de la realidad y su prosa.



Arte: "Las dos Fridas", Frida Kahlo

viernes, 20 de mayo de 2022

NUNCA NOS PROMETIMOS AMOR


 NUNCA NOS PROMETIMOS AMOR

 

No nos prometimos amor frente a Dios.

No nos prometimos amor frente a un juez.

No nos prometimos amor.

Nunca nos prometimos amor.

Sin embargo,

fue amor lo que nos llevamos el amor a la boca

durante treinta años,

lo que partimos y repartimos

en el paisaje de manteles floreados,

manteles a cuadros,

manteles que se fueron gastando con el tiempo

y se convirtieron en trapitos para limpiar

acá y allá

el polvo de los días.

Fue amor lo que nos llevamos a la boca.

A veces,

se deshizo en nuestro paladar

con la delicadeza de un sueño que se rompe

cuando el primer rayo de sol

nos empapa los ojos.

A veces,

lo masticamos con rabia,

como si nuestras muelas

pudieran quebrar el eje del mundo.

 

Nunca nos prometimos amor.

El amor llegó sin promesas

como un pájaro huérfano,

desnudo de palabras y rituales,

largo y libre,

un catálogo para leer todos los vientos,

un estruendo de arcabuces y ángeles.

Alguna vez creímos que se había escapado

por una herida abierta

como un gato tentado por el cielo,

pero siempre estuvo ahí,

en tu boca, en la mía,

debajo de la hojarasca de los besos dados al descuido,

un brote agazapado que nunca

se deshizo del verde.

Porque las promesas vienen y van.

Pero el amor

(eso que prescinde de todo

menos de su misterio)



Arte: "Pareja", Xul Solar

martes, 17 de mayo de 2022

UN VIEJITO


  UN VIEJITO

 

Te tomo del brazo

y tu fragilidad me golpea

como un relámpago de papel de arroz.

Apenas un suspiro de piel

envuelve tus huesos,

como si fueras un regalo que la muerte

está esperando desde hace mucho tiempo,

un regalo que escondemos

en los lugares más insólitos de la casa,

cruzando los dedos para que no te encuentre,

siempre cruzando los dedos.

Te tomo del brazo

y ochenta años de idas y venidas,

de sueños que fueron y no,

parecen deshacerse al tacto.

Mirá cómo estoy”, me decís,

y caminás despacito,

encorvado sobre el jardín

que  cuidás a duras penas,

el trípode fracasando en el reemplazo

de la antigua soltura de tus pasos.

 

Pero con vos me pasa

lo mismo que me pasa cuando me miro al espejo:

nunca veo a una mujer de más de cincuenta

con los rasgos deformados por el cansancio.

Siempre me sonríe desde el cristal

la chica de veinte que se comía al mundo,

y es un alivio que me sonría

y no me reproche nada.

A vos te veo, te pienso, te sueño,

con el pelo oscuro, la espalda recta,

los graciosos bigotes de los 70’s

y esa camisa rayada de distintos tonos de verde

que saltó del placard a la cocina

y fue repasador tantos años.

Comprando regalos de Reyes,

útiles escolares, zapatillas Topper,

discos de vinilo.

Ocupando, como pudiste,

el lugar del padre ausente.

 

Te tomo del brazo

y tu fragilidad me golpea

como un relámpago de papel de arroz.

No estamos en los 70’s.

Sos un viejito, tío.

El Winco se rompió hace años.

Entonces cruzo los dedos

y me esfuerzo por esconderte

en el lugar más insólito de la casa.

El lugar del milagro.

Ese donde ella

no pueda encontrarte nunca.

 

 

 Arte: Jesús Fernández Escobar