lunes, 30 de julio de 2018

ANOCHE SOÑÉ CON VOS


ANOCHE SOÑÉ CON VOS


Anoche soñé con vos.

Tan flaquito, con el pelo hasta los hombros.

Sin la capa azul, la luz fatal y la espada vengadora de “Eiti Leda”,

pero siempre volando cerca de mi cama,

como una alondra de leche,

como un ruiseñor albino libando la piedad

de los días que fueron. 

Blanco, sí, porque la muerte es blanca.

Porque los muertos son blancos

como la cera de una vela desangrada 

a los pies de una deidad renuente.

Blanco, sí, porque la última vez que te vi

eras una sábana de pena

(blanca, blanca, blanca)

tendida sobre un ataúd sin augurios.



Anoche soñé con vos.

Tan flaquito, con la boca parecida a la de James Dean.

Pasaste al lado mío y ni siquiera me miraste.

No me dijiste bijou.

No me tocaste en el temblor de mis jadeos.

Hace más de veinte años que sueño con tu indiferencia.

Algún psicólogo debería explicarme porqué,

si cuando te ibas sin saber que era para siempre

murmuraste te amo

y me tiraste un beso que todavía me duele.



viernes, 27 de julio de 2018

UN RAYO TIEMPO - REVISTA DIGITAL "EL CAMALEÓN FATIGADO"

RAQUEL GRACIELA FERNÁNDEZ


TÍTULO: UN RAYO A TIEMPO
AUTOR: RAQUEL GRACIELA FERNÁNDEZ
ISBN: 978.987.4189.46.2
Editorial: El Mensú Ediciones
La poeta y gestora cultural argentina, Raquel  Fernández, nació en Avellaneda, publicó los poemarios: “Ojos que miran el cielo”, “Revelaciones”, “Todos los hombres que me amaron”, “Hermano”, “La antigua enfermedad del otoño”, “Cierta condición nocturna”, “Como nosotros” (cuadernillo), “Once upon a time” (bilingüe castellano/italiano), “Interrumpidas”, “Pretty in Pink” , “Goodbye, Norma Jeane” y “Un rayo a tiempo”.  Coordina el ciclo literario: La palabra que sana.


Contacto:
  
SYLVIA 
La ventana
“La luna no tiene porqué entristecerse,
mirando fijamente desde su capucha de hueso.”
Sylvia Plath (1932 – 1963)
  
La ventana
vomita coágulos de cielo
y el cerebro apaga sus luces,
una a una,
se acabó la fiesta.
Yo aúllo en negro
(el negro es un silencio espeso
como la saliva
de un condenado a vivir).
Yo blasfemo en negro,
y dos niñitos traslúcidos
desayunan sándwiches de huevo,
waffles,
jugo de naranja,
en una habitación sin ventanas
al otro lado del mundo.

Yo,
mutante rubia,
fantasma de pelo rojo,
judía, jabón, jodida,
abrazando las botas de papá,
lamiendo las botas de papá,
ofreciéndole un final chiquito
de cámara de gas,
de Auschwitz doméstico.

La ventana fue un colirio
aliviando
mi mirada de invierno.
Ahora vomita los colores,
los escupe, los desguaza,
que se vayan,
colores, placebos,
dormirmorir
se hace siempre en negro
que se vayan.
A veces,
saco la cabeza del horno,
recojo mis poemas,
recojo mis gusanos,
en una fiesta de resucitados que dura nada,
que dura apenas una ventana,
un colirio, un jabón,
unos hijos remotos.
un rayo a tiempo

miércoles, 25 de julio de 2018

DOMINGO


DOMINGO



Desnuda en la cama te escucho

picar cebolla en la cocina.

Escucho los golpes del cuchillo

contra la tabla de madera.

Casi puedo escuchar los gritos de la cebolla.



Esta mañana no hicimos el amor.

No quise. No pude.

No quise mentirte mi cuerpo.

No pude inventar unas ganas que no tengo.



Estoy desnuda en la cama

y mi desnudez huele a carencia.

Volví a soñar que me dejabas

en el momento en el que yo más te quería.

Es un sueño recurrente.

No se lo conté a ninguno de mis psicólogos.

Ni a la católica recalcitrante que salpicaba mi dolor

con agua bendita.

Ni a la flacucha new age que insistía

en que en alguna otra vida

fui Ilse, la rubia y perversa carcelera de Auschwitz,

y ahora a bancarse el karma, nena.

Ni al elegante cincuentón con consultorio en Belgrano.

Ni al amante de mi hermana.



Es un sueño recurrente.

Supongo que puede ser un deseo reprimido

(por qué no me dejaste cuando el amor

y, en cambio, me arrastraste a esta cama donde, desnuda,

apenas resplandezco).

Supongo que quizás es una herida

(sí, me dejaste cuando yo más te quería,

me soltaste el corazón,

me soltaste la mano,

yo me abrochaba el sol en el pelo cuando iba a verte,

me pintaba los labios,

había insectos luminosos comiendo de mi boca,

y ahora esto;

me dejaste hace veinte años

en aquel banco de plaza donde  te esperaba leyendo a Cortázar,

tenía puesto un vestido floreado

y unos zapatitos de tacos bajos,

me dejaste).



Desnuda en la cama te escucho

picar tomates, gusanos, escombros.

Me juro que no voy a volver a levantarme  jamás.

Que voy a envolverme en las sábanas

hasta convertirme en una crisálida que no prometa nada,

que no sangre,

que no escuche el tac tac tac del cuchillo

contra la tabla de madera.

Me juro que no,

que no,

que no,

que me voy a dejar morir

en esta desnudez

en la que apenas resplandezco.



Pero me levanto.

Como cada domingo me levanto.



Hace mucho que no comemos pastas rellenas.





sábado, 21 de julio de 2018

LAS SIRENAS



LAS SIRENAS


Las sirenas somos

mujeres a medio camino
entre el capricho  y el naufragio.
Somos un dolor de Andersen,
una estatua en Copenhague,
una maldición griega,
una caricatura de Disney,
un truco de feria.
Tenemos un nudo de peces en la garganta
cuando decimos que sí con la cabeza
y decimos que no con el corazón
(un parpadeo de algas
en la comisura del verano,
una retahíla de caracoles transparentes
entrampada en las palabras).
Nos miramos los pies inexistentes
y nos probamos zapatos de agua.


Las sirenas nunca nos damos por vencidas:
nos damos por pescadas.
Insistimos en devorar anzuelos
(aunque nadie puede atraparnos jamás
porque mentimos demasiado).
Renegamos del mar
pero no podríamos vivir en otro lugar
(necesitamos que las olas nos arropen
cuando llega la noche;
necesitamos el líquido sustento del océano
para esconder nuestras lágrimas).


Las sirenas entorpecemos todas las cosas.
Confundimos  el sueño con la muerte,
el hambre con el dolor
de los  parques  descuidados.


Las sirenas somos mujeres a medio camino
entre el horror y el milagro.
Somos un cuento de nunca acabar,
una pintura de Waterhouse,
un fraude del siglo XIX,
un  guiño crispado,
el personaje secundario
de una  ópera de Wagner.
Tenemos un problema serio
debajo de la cintura:
una mitad de pez que no pedimos,
una súplica de erotismo impracticable.
Las sirenas somos,

mal que nos pese,
una promesa de sexo
naturalmente incumplida.




Arte: "Mermaids Treasures", Susan Brack

miércoles, 18 de julio de 2018

LOS PROBLEMAS QUE TENGO CON LOS HOMBRES


LOS PROBLEMAS QUE TENGO CON LOS HOMBRES


Los problemas que tengo con los hombres
comenzaron hace muchísimos años
cuando me tropecé con los ojos azules más lindos del mundo
y, obviamente, con el dueño de esos ojos.
La única vez que él me quiso desnudar
me puse a llorar como una Magdalena.
Porque quería, pero no.
Y tenía dieciséis años.
Siempre me arrepentí de esa castidad autoimpuesta.
(Y a partir de ese momento
los hombres y yo
no hicimos más que desconocernos
y desconcertarnos).


Los hombres no me escuchan,
no me entienden,
no me tienen en cuenta cuando eligen el modelo
del auto que van a comprar.
Siempre faltan cuando los necesito
(cuando se corta la luz,
cuando el perro se atraganta con un hueso de pollo,
cuando tengo que abrir un frasco de mermelada)
y siempre sobran cuando sobran
(cuando quiero escribir un poema
o dormir la siesta).


Los hombres casi nunca leen lo que escribo.
Y si lo leen no lo entienden.
Y si lo entienden lo usan en mi contra.
(Tengo derecho a permanecer en silencio, claro,
pero nunca lo hago:
siempre les digo que los amo,
que no los amo,
que quiero que me desnuden, pero no,
pero sí, pero no,
porque todavía hay unos ojos azules que me miran
y un llanto de terror/amor/deseo
mojándome el ruedo de las pestañas).


Los problemas que tengo con los hombres
me han quitado noches de sueño
y me han costado horas de terapia.
Con terapeutas hombres, por supuesto.
(Porque las mujeres no me escuchan,
no me entienden,
no tienen idea de la gravedad de lo que digo
cuando hablo de los terribles problemas
que tengo con los hombres).




Arte: "Almost Famous", Scott Rohlfs

sábado, 14 de julio de 2018

SOY BRUJA



SOY BRUJA

A Aurora

"Soy Bruja porque las hogueras todavía existen y yo -antes o después- podría acabar dentro."
Bárbara Giorgi


Porque mi lucidez es una herida cercana a los pájaros

y vuelo cada noche

abrazada a su canto de sangre,

y entro desnuda en el bosque de las palabras,

soy bruja.



Porque creo en la tierra,

en las flores y en su rito de amor

de setecientos millones de años,

y en mis oídos el viento es un violín,

soy bruja.



Porque recito con orgullo

las memorias de mi útero

y abrazo en mis ovarios

la sabiduría del polen,

soy bruja.



Soy bruja porque soy yo,

mujer,

persona,

mágica,

y no reniego de mi voz

y sus voces.



Soy una bruja que camina entre dos hogueras.

La antigua

donde ardí hace cinco siglos.

La nueva

que me quiere cuadradita,

hecha en serie,

tan distinta a mí,

tan igual a todas.