miércoles, 28 de septiembre de 2022

ELLA


ELLA


ella
boca redonda
boca huerto boca luz
ojos agua ojos sol
ojos salto
ombligo gesto rodillas


ella
ella que tiembla
y eso caliente
eso pegajoso como un caramelo viejo
eso que repta que toca que rompe
eso que invade


ella 
y una mano
una copa de baba 
puntadas de saliva sucia
cosiéndole la muerte al cuerpo
la niebla el asco el vómito


ella
y eso que no sabe cómo se llama
eso y sus piernas
el mar helándose en una botella rota
el jardín decapitado
ninguna reina


ella
ella ella ella


tenía que jugar
tenía que llegar al cielo
con una piedrita


domingo, 25 de septiembre de 2022

ALEJANDRA PIZARNIK

PARA JANIS JOPLIN

(fragmento)
 
a cantar dulce y a morirse luego
no
a ladrar.
 
así como duerme la gitana de Rousseau
así cantas, más las lecciones de terror.
 
hay que llorar hasta romperse
para crear o decir una pequeña canción,
gritar tanto para cubrir los agujeros de la ausencia
eso hiciste vos, eso yo
me pregunto si eso no aumentó el error.
 
hiciste bien en morir.
por eso te hablo,
por eso me confío a una niña monstruo. 


Alejandra Pizarnik (1936 - 1972)

viernes, 23 de septiembre de 2022

LAS MANOS DE MI PADRE

LAS MANOS DE MI PADRE

 

No las recuerdo.

No recuerdo las manos de mi padre.

Hace siglos que son polvo,

jaulitas de humo donde quedaron atrapadas

las caricias a las que la muerte

les cortó las alas.

Sin embargo, pienso mucho en ellas.

Las manos que desataron el nudo que apretaba

las rodillas castas de mamá

e iniciaron la ruta del amor

que me trajo al mundo.

Las manos que construyeron

la casa donde di mis primeros pasos,

dije mis primeras palabras,

dormí sin sobresaltos,

sin que ninguna sombra

descosiera los ribetes del sueño.

Las manos que me tocaron, apenas abren los ojos,

como quien toca un milagro.

 

No recuerdo las manos de mi padre.

Pero los recuerdos de los otros

(los que no tienen ocho años

cuando esas manos

se secaron como las plantitas

que me olvido de mirar cada tanto)

me las traen como una ofrenda.

Manos con dedos deformados

por el trabajo prematuro.

Dedos de nudillos anchos

que soportaron apenas unos días

la alianza de matrimonio.

Mi padre cargó tarros de leche

desde que tenía cinco años.

Sus manos eran el mapa

de un pais injusto

donde jugar era el privilegio de otros.

 

No las recuerdo.

No recuerdo las manos de mi padre.

Pero las pienso y hablo de ellas

para construir una casa sin grietas,

una casa chiquita y poco pretenciosa,

donde el dolor no se atreva,

ni siquiera,

a rozar el umbral.

 

 

Arte: Haley Ivers 

sábado, 17 de septiembre de 2022

INSOMNIO


SÁBADO 3 AM

 

Son las 3 AM

y estoy despierta.

Suelo despertarme a esta hora,

a pesar de que la medicación garantiza

una noche de sueño sin agujeros.

Dicen que a las 3 AM

empieza el  tiempo muerto,

el que desdibuja las fronteras

entre un mundo y otro,

y los espíritus van y vienen,

susurrando en nuestros oídos

sus verdades incómodas.

O que es la hora del  Diablo,

porque  Jesús  murio en la cruz a las 3 PM

y el maligno se burla de sus símbolos

en modo parodia,

compitiendo con él como si fuera

un hermano menor que necesita

que el padre lo mire, lo vea.

No lo sé.

Sólo sé que a las 3 AM

todo lo que me rodea

me parece lejano e irreal.

 

Deambulando por la casa,

con los párpados pesados ​​y la lengua pastosa,

me urge nombrar a todas las cosas

para volverlas ciertas.

Entonces digo mesa, silla, taza. 

Boca, dedos, corazón.

Entonces digo perro. 

Y el aludido levanta la cabeza y me mira.

Se reconoce en la palabra 

que modulo  con torpeza.

Sus ojos me alivian.

 

Mesa, silla, taza.

Boca, dedos, corazón.

Perro.

Nadie se quedó con lo mío.

Nadie las privó de su nombre.

Nada explotó

como una burbuja de jabón

o un misil

mientras no estuve alerta.

En un rato volveré a la cama,

algo más tranquila, pero sabiéndolo.

 

Sabiendo que por la mañana,

el sol tachará de su inventario

lo que ha muerto.

Lo que perdí o se volvió irreal

porque no supe cómo nombrarlo.




Arte: " Insomnio ",  Lotte Teussink


miércoles, 14 de septiembre de 2022

LAS RECITADORAS


 LAS RECITADORAS

"Bicho colorado mató a su mujer
con un cuchillito de punta alfiler.
Le sacó las tripas, las puso a vender:
¡A veinte, a veinte,
las tripas calientes
de mi mujer!
Rima infantil anónima 

 
Lo recitábamos
con una naturalidad que espanta:
“Bicho Colorado mató a su mujer…”
Yo me preguntaba cómo un bicho colorado
(que era, para mí, una florcita silvestre,
un remedo diminuto de margarita
que te dejaba la mano picando si la tocabas)
podía tener mujer.
Pero nunca se me ocurrió
preguntarme por el crimen:
a nadie le importaba demasiado
la mujer de Bicho Colorado;
el algo habrá hecho también nos daba la mano   
cuando jugábamos a la ronda.
 
 
“Bicho Colorado mató a su mujer…”
Lo repito y un cuchillito de punta alfiler
sube por mi columna vertebral
como una arañita de metal rabioso.
Se clava en cualquier momento.
Y no.
 
 
Lo recitábamos
con una naturalidad que espanta:
“Bicho Colorado mató a su mujer…”
Nos programábamos
para aceptar lo inaceptable.
Para naturalizar el horror.
 
Desprogramarnos a puro grito,
a puro mirarnos, palparnos, sentirnos
nos toca hoy a las recitadoras.
Nos toca una ronda que pregone
que la mujer de bicho colorado
era una de las nuestras.


lunes, 12 de septiembre de 2022

ADIÓS


ADIÓS

 

Cierro una puerta.

Atrás queda ese caracol de azúcar

que llamamos infancia.

Ese caracol que acerqué a mi oido

para saber el ruido del mar

y me contó el carnaval,

la fiesta de los lupines de la iglesia San José,

los asaltos y los lentos

que nunca consumaron el abrazo,

los cigarrillos que fumé a escondidas con Mabel

mientras leímos las fotonovelas

de la revista “Nocturno

y soñábamos con amores

que nos queden grandes.

Atrás quedan las vergüenzas

que los adultos nos colgaban del cuerpo,

el esconderse para ser sangre y florecer,

como si la sangre y las flores

fueron un pecado.

Atrás quedan los ojos de gato

de ese casi novio que nunca me besó.

 

Cierro una puerta

y algo se rompe en mis manos

algo se rompe en mi vestido rosa

(el de cuello baby que me cosió mamá),

algo se rompe en mi garganta.

Mis primeros hervores

son un bosque sin retorno.

Las lágrimas no alcanzan

para lavar el deseo.

El caracol de azúcar tirita

en su soledad adivinada.

 

Cierro una puerta

y el beso que Jorge

jamás me dio

me roza los labios con ternura

cuando digo adiós.

 

Arte: " Adiós" , James Fenner