miércoles, 25 de noviembre de 2020

IRSE


 IRSE

 

Aquel novio que tuve,

el que murió a los veintidós,

decía que los objetos

no tenían durar más que las personas.

Por eso, después de cada uno de nuestros brindis,

rompía las copas con una feroz alegría adolescente

que a mí me indignaba.

No eran cristales de Bohemia, claro.

Pero eran copas lindas.

(Él ni siquiera habrá imaginado

la cantidad de cosas fútiles

que iban a sobrevivirlo:

platos, tazas, portarretratos,

recuerdos de las vacaciones en Mar de Ajó).

 

Yo pienso que las personas no deberíamos durar

más que el amor.

Que deberíamos irnos antes de que desnudarse

se convierta en un acto mecánico,

como barrer la cocina o darle de comer al perro.

Antes de que nuestra desnudez

deje ser en los ojos del otro

un salto de resplandor,

la declaración de guerra de un faro rebelde

que ilumina

el camino a seguir para que los cuerpos se estrellen

contra la tormenta del deseo.

 

Yo creo que deberíamos irnos

antes de que se apolillen los confites.



Arte: Erica Calardo

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