Tiene
la cabeza apoyada en la almohada,
los
ojos cerrados.
Su
pecho oscila suavemente.
Ninguna
sombra parece devorarlo.
Me
pregunto qué sueña.
Con
quién.
Quizás
sueñe con una mujer
que lo
llama al amor con su voz de campanario
e
ilumina su cuerpo
con
pequeñas luciérnagas de saliva
cuando
desata el diluvio del beso.
Una
mujer que se reparte
en la
punta de sus dedos
y se
multiplica
en los
ruidos del amor,
en sus
olores.
Quizás
sueñe con una mujer
que
inaugura el día
cortando
con su risa la cinta del bostezo
y canta
mientras
prepara el café y las tostadas.
Y le
toca la boca
antes
de que salga al mundo,
como
quien bendice,
como
quien hace un talismán del tacto.
Ojalá.
Ojalá
sueñe con esa mujer
que se
parece tanto a la que extravié
en
alguna mudanza,
en
algún golpe de rutina,
en
algún enojo que se enquistó en la casa
porque
faltaron las palabras
para
sanarlo a tiempo.
Ojalá
no sueñe conmigo.
Sería
una desilusión enorme despertarse
y verme
tan
cerca y tan lejos,
tan
nido que sangra silencio.
Arte: "Sad woman sitting", David Spillane
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