jueves, 9 de marzo de 2023

UCO 2


 UCO 2

 

Hoy la mujer de la habitación "Aislada A"

tiene los ojos abiertos

y balbucea algunas palabras.

Pero no es mi madre.

Yo soy la suya.

Las enfermeras me advirtieron

que no quiso comer

e intento que trague unas cucharadas de yogur de frutilla.

Ella me dice: "No, mamá, no, no no"

y aprieta los labios descoloridos

en un agónico acto de rebeldía.

Está atada a la cama.

Imagino que es un bebé

sujeto a su sillita de comer

y que la cuchara que acerco a su boca

con frustración e insistencia

es un ridículo avioncito pirueteando el aire.

"No, mamá, no, no, no".

Me siento insignificante

en los zapatos de mi abuela.

 

A un costado de la cama,

de espaldas a esta ceremonia extraña

de roles invertidos,

mi hijo llora.

(Más tarde, café de por medio,

me hablará de bucles generacionales

y de la vida dando vueltas en círculos

como un perro que se obstina

en morderse la cola.

La vida.

Eso que parece tan escaso

en Unidad Coronaria.

Eso que salta

de corazón en corazón,

y va dando tumbos entre las camas,

enredándose con los cables,

chocando contra los monitores,

gruñéndole a las enfermeras

Y a veces le suelta la mano a la luz

y se pierde en cualquier cielo

Como un globo inflado con helio).

 

"No, mamá, no, no, no".

Mamá.

Mamá.

 

Quiero soltar la cuchara

y correr a mirarme al espejo.

Quiero ver mi cara.

Quiero estudiar cada detalle de mi cara.

Quiero saber cuánto envejeció mi sonrisa

ahora que soy

la madre de mi madre.





Del poemario "El corazón de mi madre", Apócrifa Editorial (2022) 

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