martes, 21 de marzo de 2023

SALA 2


 SALA 2

 

Hoy mi madre está furiosa.

"Estás hecha una arpía",

me dice

cuando entro a la sala/calabozo

donde cumple condena.

Yo llevo enormes anteojos de sol.

Siempre me pareció ridículo

usar anteojos de sol en espacios cerrados.

Pero duermo poco

y lloro mucho,

y trato de disimularlo

aún a riesgo de parecer una tilinga.

Me cuesta sonreír hoy.

Mi madre está furiosa y yo,

cansada.

 


"Seguro que a tu suegra no la tratabas así",

me dice.

"Mi suegra era una santa",

le contesto impaciente.

(Además, mamá,

con ella el policía malo era mi marido).

"Estás hecha una arpía",

me dice.

Y tiene razón:

estoy hecha una arpía (cansada)

que la obliga a comer,

a tragar píldoras,

a usar una faja que es casi

un instrumento de tortura.

Que la obliga a permanecer en la sala/calabozo,

ese lugar donde la despiertan a las 5 de la mañana para pincharla,

y le hacen doler a propósito,

porque las enfermeras son malas,

y la comida es horrible,

y el doctor la operó para el culo.

 


En mi cabeza Elvis canta

"El rock de la cárcel"

(“Por todos los cielos,

nadie está mirando, es nuestra oportunidad de escapar.”)






Del poemario "El corazón de mi madre", Apócrifa Editorial (2022) 

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