UCO 1
Hace tres horas que mi madre salió del quirófano.
Por fin puedo verla.
"Sólo una persona y apenas unos
minutos."
Subo temblando la escalera que conduce
a Unidad
Coronaria
y entro en puntas de pie
a ese aséptico Hotel
de Corazones Destrozados
(la voz de Elvis
suena en mi cabeza:
"las
lágrimas del botones siguen fluyendo
y el recepcionista está vestido de negro").
Cuando veo a mamá en su cama,
tan blanca e inmóvil,
Elvis deja de cantar
pero es su clara voz de barítono
la que me recuerda la leyenda urbana de la muñeca
que envejeció en su caja
como si la vida hubiese bailado alguna vez
en su mirada de vidrio.
Eso es mi madre: una muñeca anciana
(cables, tubos,
monitores con cifras incomprensibles
y lucecitas que titilan,
ningún volado,
ningún canesú primoroso).
Mi madre es una muñeca anciana
y yo soy una nena torpe
que no se anima a tocarla
por miedo a que se rompa.
Porque si se rompe,
si se rompe....
¿cuántos años de penitencia me impondría,
culpable, culposa, autoinculpada?
Si se rompe...
¿qué le digo a mis hermanos?
Del poemario "El corazón de mi madre", Apócrifa Editorial (2022)
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