domingo, 17 de enero de 2021

UNA DEL MONTÓN


UNA DEL MONTÓN

 

No hay nada en mí que me haga

digna de distinción.

No tengo una belleza despampanante,

ni una inteligencia que supere la media.

No sé leer las cartas del Tarot,

ni hablo con los muertos,

ni levito,

ni me cuelgo cabeza abajo

como un murciélago en pausa

para soñar los sueños de la no conciencia.

Tengo una sola vida,

cuadrada y chiquita,

un terrón de azúcar con un dejo amargo

de veneno o de lágrimas.

Tengo una sola muerte,

la que me espera no sé cuándo,

no sé dónde.

La que salgo a buscar a medias

cuando me pinto el corazón de negro.

Porque la quiero. Pero no.



Sin embargo,

me esfuerzo cada día

para no ser una del montón.

Para no ser una vida y una muerte

tan iguales a todas.

Un mugido cuando el mundo me dio a luz

y una tumba que tendrá flores frescas

los primeros tiempos

y luego mutará en un eslabón más

de esa larga cadena de olvido

que son los cementerios.

Me esfuerzo en ser algo más

que una nadería que se zarandea sin gracia

en la platina del microscopio universal.



Pero es inútil:

no tengo una belleza despampanante,

ni una inteligencia que supere la media.

Ningún poder sobrenatural.

Me corto

y no sangro poemas.

 


Arte: Images.com/Corbis

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