viernes, 25 de diciembre de 2020

NAVIDAD DE 1980


 NAVIDAD DE 1980

 

Armamos un arbolito humilde,

como todos los años,

aunque yo soñaba con un árbol enorme,

iluminado con velas, como el de Doña Ana,

la alemana que vivía al lado

y se había muerto en un accidente estúpido

(todavía recuerdo su cabeza rota en el piso,

como una fruta que, de tan madura, había reventado,

y nuestro espanto niño congelado

entre las corridas y los gritos).

Armamos un arbolito chiquito,

con pocas luces, pocas guirnaldas,

algunas bolas rojas y doradas,

una estrella en la punta.

Estaba algo torcido,

pero no me importó.

Estaba acostumbrada a las cosas torcidas:

la casa en falsa escuadra,

las tortas con joroba,

los subrayados de mis cuadernos

que se amotinaban

contra el orden arbitrario

establecido por las maestras.

 

Ese 24 de diciembre

cenamos en la casa de la abuela,

y ella, como siempre, se fue a la cama temprano.

Pero a las 12 en punto

corrimos a despertarla para el brindis,

y desearle Feliz Navidad.

El brindis de Navidad nos gustaba

mucho más que el de Año Nuevo.

Porque en el brindis de Año Nuevo

la abuela vaticinaba

que el entrante iba a ser su último año

y nosotros aborrecíamos esa profecía que,

inexorablemente, se iba a cumplir alguna vez.

Hacía cuatro años que no teníamos padre.

Y todavía dolía,

aunque armáramos un arbolito

y brindáramos,

y dijéramos Feliz Navidad entre risas,

mientras abríamos los regalos.

 

En la Navidad de 1980

tuve mi primer disco de Los Beatles.

Tengo cincuenta y dos Navidades a cuestas

y no recuerdo los regalos que recibí

en ninguna de ellas.

Salvo ese disco de Los Beatles.

Ese precioso disco de Los Beatles.

Un regalo de grande.

Porque, en la Navidad de 1980,

yo tenía trece años y florecía.

Florecía a un ritmo tan acelerado

que las muñecas con las que había dormido

semanas atrás

me estaban sobrando.

 

En la Navidad de 1980

cerré para siempre la puerta de mi infancia

con música de Los Beatles.

Como por arte de magia.

Desde entonces

los escucho cada día de mi vida

a ver si logro revertir el hechizo.

Hasta ahora no tuve suerte.

Pero quién sabe.

Quién sabe.




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