Mi
madre me vestía dormida,
y
dormida me llevaba a la escuela,
porque
yo rogaba por ese "ratito más".
Como
si los últimos minutos de sueño
fuesen
los más preciosos,
los
más reparadores.
Siempre
odié madrugar.
Llegué
tarde a todos mis trabajos
y me
la pasé remendando impuntualidades
con
buena voluntad y sonrisas.
No lo
hacía a propósito:
era
ese "ratito más" al que
nunca pude resistirme.
Ahora,
a las 7 AM abro los ojos
y siento
que la cama me eyecta
de su
aséptica blancura.
No me
quiere ahí,
dando
mil vueltas y mascullando dolores viejos.
Mojando
las almohadas con mi llantito monótono.
La
cama no me quiere: no soy la bella
durmiente.
Soy
una señora despeinada
que,
todavía en camisón,
manotea
un cigarrillo y prende la TV
porque
el silencio la aturde.
Una
señora algo masoquista
que
se somete, voluntariamente,
a la
primera tortura del día:
los infomerciales.
No,
no quiero construir nada.
Ni mi
baño ni mi sala de estar
necesitan
remodelaciones
No me
interesa fabricar muebles
que
puedo comprar hechos.
No
quiero ningún electrodoméstico
que
bate, amasa, te sopla la receta,
y
después se convierte en R2-D2
y te
barre la cocina.
No anhelo un vientre plano,
unas
piernas torneadas
y
unos glúteos de ensueño.
Y
jamás adquiriría un aparato
para
hacer gimnasia,
porque
ya tengo perchero:
la bicicleta fija.
Odio
los infomerciales.
Casi
tanto como madrugar.
Sin
embargo, ahí están:
haciendo
ruido para que el silencio
no se
ensañe con el café
y el
primer cigarrillo del día.
Podría
sintonizar algún canal de noticias
pero
me angustian demasiado.
Podría
ver alguna película
(aunque
la agarre empezada)
pero
últimamente me cuesta concentrarme.
Nunca
sé quiénes son los buenos
y quiénes
son los malos.
Y, si
la película es romántica,
nunca
sé cuál de los tórtolos
es el
más estúpido.
Siempre
odié madrugar.
Aún
cuando no existían los infomerciales
y
ningún señor aterradoramente feliz
gritaba "Llame ya, y le regalamos esto, y
esto, y esto.
Llame ya. Llame ya. Llame YA".
Yo
creo que este sacrificio
de
ver los infomerciales cada mañana
tiene
que ver con juntar coraje y llamar.
Algún
día llamar.
No
para hacer una compra, por supuesto.
Para
mandar a alguien al carajo sin culpa
y
empezar el día
un
poquito más aliviada.
Después de todo,
las operadoras me están esperando.
Arte: Luis Molinero
Excelente!!!
ResponderBorrarMuchas gracias!!!
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