MIS
GATAS
"cuando me siento
mal
me basta con
mirar a mis gatos
y mi
valentía
regresa.
estudio a estas
criaturas.
son mis
maestros."
Charles Bukowski
Mis
gatas me enseñaron
a desapegarme
de los objetos.
Una
noche llegué a mi casa
y la
preciosa tetera celeste con paragüitas
que
había guardado con celo por más de treinta años
y me
ataba a una antigua historia de amor,
estaba hecha
pedazos.
Lloré
sobre el desastre
(sobre
la tetera rota,
sobre
la antigua historia de amor,
sobre
el nudo de porcelana que se desataba
y
dejaba ir, por fin,
a ese
chico de veinte
que
todavía se me aparecía en sueños)
mientras
Choupette me miraba, inquisidora,
con sus
regios ojos verdes.
Pero después
de algunos maullidos
y un lomo
tibio reclamando mi mano
comprendí
que la tetera no era tan importante.
Tampoco
eran tan importantes
la
colección de lechucitas de cerámica,
la
maceta con la cara de Frida Kahlo
que
pintó mi sobrina,
los
souvenirs de viajes soñados que otros hicieron por mí,
los
imanes que decoraban la heladera, las tazas,
las
botitas de gamuza.
Mis
gatas,
esas
despreocupadas maestras z en
que no
se aferran a nada
y
duermen su justo sueño de azúcar y ratones
sin
culpas y sin cruces,
esas
maestras a las que la muerte
las
tiene tan sin cuidado,
me
enseñaron
a
desapegarme de los objetos.
Ellas
son plácidas bolitas
de pelo
y sabiduría.
Por eso
me paso horas observándolas
y tomo
nota:
todavía
tengo que aprender
a dormir
sin culpa,
a vivir
sin cruces,
a morir
sin miedo.
Arte: Carlos Páez Vilaró
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