LA
VIDA COMIENZA A LOS CUARENTA
“La
vida comienza a los cuarenta
dijo
John Lennon encendiendo las velas
en el
comedor del edificio Dakota.”
Óscar
Hahn
La vida comienza a los cuarenta
me
dijeron,
y yo
traté de creérmelo
a
pesar de que a los treinta y nueve
ya no
me entraban los jeans Hugs Tijuana
(esos
tan lindos,
con
una rosita bordada en el bolsillo)
y la
fecha de vencimiento de los yogures
empezaba
a ser una incógnita borrosa
frente
a mis ojos miopes.
Así
que cumplí los cuarenta bastante ilusionada
y
durante un tiempo supuse que la vida
era
despertarse con dolor de espalda,
acalorarse
y desacalorarse
y
colapsar cada vez que en el supermercado me llamaban señora.
No se trata de kilos,
ni de miopía,
ni de calores,
me
dijeron.
Se trata de felicidad.
Felicidad.
Really?
No sé
cómo funcionará para el resto de los mortales
(contentos
con sus anteojos,
sus
chequeos generales,
sus
pastillas para no soñar)
pero
yo nunca fui tan feliz como a los diecisiete,
cuando mi vida todavía no había comenzado
y lloraba todo el día a moco tendido
porque
el pibe de la otra cuadra
no me
daba ni la hora.
Arte: Andrea Kowch
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