NIÑA EN VUELO
“Era lejos, muy lejos, en las primeras albas de un jardín custodiado por ángeles y ortigas.” – Olga Orozco
Un sol absolutorio extendía
sus trozos en mi boca.
Su carnaval con olor a lentejuelas.
Por mi pie trepaban mariposas:
un muestrario de candor cuando el verano
bebía su copa de ingenuidad.
El séquito de las voces fraternales
templaba mis costados.
Ningún sermón llegaba con el viento.
Las ojos no cantaban su diluvio
(nadie jugaba el juego de las lágrimas
y los muertos apenas dolían,
blancos como perlas,
en la orilla más lejana de la memoria).
Antes
cualquier jardín cabía en el ojo de la cerradura.
Un espesor de hermanos endulzaba
los cuatro puntos cardinales de la infancia.
Migrábamos de enero a enero sin escalas,
insectos oportunos,
pequeñas flores rojas con los ojos abiertos.
Ahora
deambulo por la herida
sin tentaciones ni desobediencias.
Descalza, en retroceso.
Con las falanges húmedas de tiempo.
Aullando la amplitud de los timones perdidos.
Con las voces trabadas.
Antes era lejos, muy lejos.
La araña delatora no tramaba
mortajas de distancia.
El pájaro hecho trizas no lamía
el paladar del miedo.
Yo era una niña en vuelo y no sabía
que las niñas no vuelan.
Arte: Lucile Bilodeau
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