BEATLES FOR SALE
A Adriana
From me to you
El recuerdo es una araña incansable
que teje postigos de luz
y los multiplica.
En ese entramado radiante,
estamos vos y yo
abriendo puertas.
La puerta que elegimos hoy
da al verano en tu casa.
Da a “Beatles for sale” y a la inocencia intacta
calzándose las azucenas de carnaval de tu mamá
como si fueran zapatitos de cristal rosado
(tu mamá, que me toca el pelo,
da vueltas de calesita en mis rulos
con sus dedos de fiesta,
mientras tu melena lacia llueve claridad
en la vieja pileta del patio).
Cuando tenés catorce años
el verano
es un animal manso que come de tu mano.
Ni siquiera se te ocurre pensar
que ese animal puede morderte.
Ni siquiera se te ocurre imaginar
que ese animal va a envejecer, como vos,
y que el almanaque va a dolerle de nostalgia.
Cuando tenés catorce años suena “Beatles for sale”
y no se te ocurre detener el tarareo para decir “Soy feliz”.
Porque no sabés que sos feliz.
Porque recién lo vas a saber treinta años después,
cuando recuerdes
(la felicidad, querida, es un estado que se recuerda,
no algo que sucede en tiempo real;
la felicidad son el patio, las azucenas,
y la voz de John,
no reply,
no reply;
es el verano del ‘81
remasterizado en la memoria).
Todo eso que nos pasó
nos pasa.
Todo eso que tuvimos
lo tenemos.
“Beatles for sale”.
Ahí están las manos de tu mamá en mi pelo,
¿las ves?
Ahí están las azucenas.
Que nada te quite la alegría del recuerdo.
Porque aunque nunca te llame, estoy ahí.
Estoy con vos
(rock and roll music
any old way you choose it).
Estoy pensando en el patio de tu casa.
Arte: "Beatles for sale", Alan Fears
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