OFICIO
Te digo que no,
que a esta altura de la vida
-de la muerte-
no tengo tiempo para sacramentos.
Y sin embargo escribo.
Este es mi oficio:
empolvar con mi harina el pan ajeno,
ser una fiera inhábil
que te salta a los ojos.
La llave que abre los poros,
los cerrojos de sangre.
A mí me duele
y a vos
te resulta indiferente.
En el peor de los casos.
En el mejor, te asusta un poco.
(Claro que es un juego perverso,
una ofrenda
de sordidez e inocencia).
La poesía desordena los cuerpos.
Es el cuchillo que revierte
el vértigo que lo empuña.
Todos los poetas estamos heridos
(entonces,
todos los hombres son poetas:
algunos escriben,
otros llegan a Dios
por el camino más corto).
Arte: "Writer", Mahes
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