viernes, 29 de agosto de 2014

THE BOOK OF MIRRORS - THE BOOK OF MIRRORS


THE BOOK OF MIRRORS


 Me interrogo, cada mañana, en el vértice del espejo.


1

Había una vez un espejo.

No había un hombre,

no había  una mujer.

Ningún jadeo penetraba

 el denso protocolo

de un calculado festín carnal.

Había una vez un espejo.

Un espejo solo.

Abierto.

Como un interrogante.



Caer dentro de un espejo es un ejercicio arduo
que requiere prescindir de cualquier máscara.



2

La sangre aplicada de tu bestia

gesticula desde el otro lado.

El botín inalcanzable

es la sangre.

El cuerpo del deseo es la bestia

El error es la máscara.



Algunos hombres son como espejos

-la niña correcta se equivoca una vez más:

todos los hombres son como espejos-.



3

Y entonces el macho se parte

y vuelan sus semillas

hasta la boca idéntica

que mastica su espasmo.

Una sombra babea,

muy desnuda,

crispándole los ojos.



Cuando el espejo me bebe,  el infinito se acaba en mis temblores
(es como tenderle el cuello a un asesino).



4

Y entonces la hembra expone

la viudez de su garganta

al tajo del cristal que donde se gastan

los pulgares del sueño.

Del otro lado,

las bestias cantan.



Alguien cruza el espejo y cubre mi cuerpo, como una sombra.



5

Las voces que instruyeron

la hoguera primitiva de los muslos

insisten en roer el hueso de la urgencia.

No hay un hombre,

no hay una mujer.

Hay un estallido tendiendo sus redes

en los orificios perturbados de dos cuerpos.

Y algunas mentiras

que  ríen,

como hienas.



Me miro en un espejo de cenizas:
todos los espejos son de ceniza desde que olvidé el rito del fuego.



6

El semen devoto de tu bestia

aúlla desde el otro lado.

La página en blanco

es el semen.

La palabra tullida es la bestia.

El poema cruel es el silencio.



Tu espejo se desangró, desafiando el rigor de la materia.
Consumiste tu vida en un instante. Era la señal.



7

Había una vez un espejo.

Había un hombre.

Había una mujer.

Había una distancia que se medía

en brújulas obscenas.

Había una vez un hombre roto,

con un girasol invertido entre las piernas.

Había una vez una mujer entreabierta,

goteando partículas de luz.

El hombre estaba solo.

La mujer lloraba.



Un sonido acribillado. La noche.
Se bifurcan los caminos del abismo.
La caída es libre dentro de cualquier espejo.



8

¿Y si quebramos todos los espejos?

¿Y si tentamos al luto

con las vértebras calientes de una sábana?

¿Y si clavamos este suicidio ridículo

en la garganta de un pájaro?






THE BOOK OF MIRRORS



Mi interrogo, ogni mattina, nel vertice dello specchio.



1

C’era una volta uno specchio.

Non c’era un uomo,

non c’era una donna.

Nessun gemito penetrava

il denso protocollo

di un calcolato festino carnale.

C’era una volta uno specchio.

Uno specchio solo.

Aperto.

Come un quesito.



Cascare dentro uno specchio è un esercizio arduo
che richiede il prescindere da qualsiasi maschera.



2

Il sangue diligente della tua bestia

gesticola dall’altra parte.

Il bottino irraggiungibile

è il sangue.

Il corpo del desiderio

è la bestia.

L’errore è la maschera.



Alcuni uomini sono come specchi
– la bimba corretta si sbaglia ancora una volta:
tutti gli uomini sono come specchi –.



3

E allora il maschio si spacca

e volano i suoi semi

verso la bocca identica

che mastica il suo spasimo.

Un’ombra sbava,

piuttosto nuda,

alterandogli gli occhi.



Quando lo specchio mi beve, l’infinito si esaurisce nei miei tremori
(è come offrire il collo a un assassino).



4

E allora la femmina espone

la vedovanza della sua gola

al solco del cristallo dove si consumano

i pollici del sogno.

Dall’altro lato,

le bestie cantano.



Qualcuno attraversa lo specchio e copre il mio corpo, come un’ombra



5

Le voci che istruirono

il rogo primitivo delle cosce

insistono nel rodere l’osso dell’urgenza.

Non c’è un uomo,

non c’è una donna.

C’è un’esplosione che tende le sue reti

nei buchi perturbati di due corpi.

E alcune menzogne

che ridono,

come iene.



Mi guardo in uno specchio di ceneri:
tutti gli specchi sono di ceneri da quando dimenticai il rituale del fuoco.



6

Il seme devoto della tua bestia

ulula dall’altra parte.

La pagina in bianco

è il seme.

La parola atrofizzata è la bestia.

La poesia crudele è il silenzio.



Il tuo specchio si dissanguò, sfidando il rigore della materia. Consumasti la tua vita in un istante. Era il segnale.



7

C’era una volta uno specchio.

C’era un uomo.

C’era una donna.

C’era una distanza che si misurava

con delle bussole oscene.

C’era una volta un uomo rotto,

con un girasole capovolto tra le gambe.

C’era una volta una donna semiaperta,

che sgocciolava particelle di luce. 

L’uomo era solo.

La donna piangeva.



Un suono crivellato. La notte. Si diramano le strade dell’abisso. La caduta è permessa dentro qualsiasi specchio.



8

E si spaccassimo tutti gli specchi?

E se tentassimo il lutto

con le vertebre calde di un lenzuolo?

E se inchiodassimo questo ridicolo suicidio

nella gola di un uccello?






Traducció: Milton Fernández


Arte: "Broken Mirror (Detail)", Sienna Freeman

Del poemario "Once Upon A Time", Rayuela Edizioni  (2014)

1º Premio Poesía “Concurso internacional Rayuela Edizioni, Festival della Letteratura di Milano”, Rayuela Edizioni, Milán, Italia (2014) 

Poema publicado en el blog "por qué tiemblan"


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