EL LIBRO DE LOS AMORES RIDÍCULOS
“¿Qué importa si todo es un juego vano? ¿Qué importa si lo sé?
¿Acaso dejaré de jugar sólo porque sea vano?”
Milan Kundera, “El libro de los amores ridículos”
Yo no soy Kundera,
pero también debería tener un libro
de amores ridículos,
amores que se desfloraron
antes de que mi cuerpo se cerrara a su hechizo
y me dejaron la boca ardida,
la piel rota tatuada con poemas soeces
que jamás leo sin sonrojarme,
el sexo huérfano apretando los dientes.
Amores que fumé de prisa,
uno tras otro como letales cigarrillos de deseo,
que me hicieron llorar,
de placer o de tedio,
tantas sonrisas que cayeron en el costal
de las muecas turbias,
tantos encuentros y desencuentros
en el apremiante tajo que palpita entre mis piernas,
tanta pasión risible
que nunca fue eterna.
Mi libro de amores ridículos
los incluiría a todos:
el muerto, el impostor, el bastardo,
el papi que no fue más que la bota feroz
aplastándome el rostro,
el amante que me desangró
como a un conejo colgado cabeza abajo
con la garganta abierta.
Jugadores que jugaron mi juego
y no pudieron ganar;
jugadores que jamás aceptaron mis reglas
y no me dejaron ganar nunca.
Arte: Daria Palotti
Del poemario "Once Upon A Time" (2014)

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