ADIOSES DEL VERANO
“Quisiera estar muerta y entrar yo también en un corazón ajeno.” – Alejandra Pizarnik
I
I
El verano es un murciélago infinito.
Murciélago dorado enamorado del viento.
Ciego para no ver la muerte de las flores.
Ciego para alejarse cuatro pasos en la niebla,
en la memoria incendiada de las pequeñas cosas,
en el ruedo de la lágrima de una niña de seda.
II
II
Una hemorragia de sol transforma la mañana,
le arranca sus gajos de silencio,
la traduce en ardores.
III
Los ángeles se suicidan en mis ojos.
La inocencia postrera duerme en el temblor
de un sermón de fuego.
IV
IV
El mármol definitivo del cielo
transpira el perfume de las horas muertas.
Las estrellas refrendan su dominio.
Se agitan como las alas urgentes
de los insectos que transitan
su noviciado de polen.
V
Chorreando flores húmedas,
emplumando pájaros en plegaria,
querellando espinas,
el verano me demora en sus jardines.
Busco una gota de niñez que redima
el labio que se apaga.
VI
Me pienso en cada pétalo,
infusa, difusa.
Rebelada contra el destino de ser
la que sólo encuentra en el pasado
su lugar de reposo.
VII
Un instante de amapolas calientes en el cuerpo.
Rosas de saliva tatuadas en los muslos
de un abanico que se abre y se cierra.
VII
El poema exhala un manto carnal.
Arropa al ganado opaco que pulsa
las cuerdas de una guitarra
con las puertas del rostro abiertas a la luz.
VIII
Morir al pie de la letra
con un abecedario de cuerpos sonoros
entregados al sol como lagartos fragantes.
Cortarme de raíz, pálida.
Como un árbol de vidrio.
IX
Dientes de jazmines para masticar
los textos de la sombra.
X
Corazones ajenos mueven las piezas
de un ajedrez idiota.
Jaque mate al verano.
Jaque mate a la infancia.
Los adioses llegan
como mariposas vagabundas.
Arte: José Echeverría
Del poemario "Once Upon A Time" (2014)
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