CAPERUCITA ROJA, CON LOBO Y SIN ABUELA
Salto desde mi capa roja
a la desnudez más perfecta.
El cuerpo avanza
abriéndose paso entre la humedad anticipada
de la lengua que sabrá lamerme mejor.
Un lentísimo olor verde
-el brutal olor de las ramas que se quiebran
bajo el peso de una espalda inadvertida
atenazada por el espasmo en ciernes-
dilata las fosas nasales
de la bestia que expectante.
En esta canastita llevo un sexo dulce
que comienza
donde esa bestia quiera:
en mi cintura nupcial encasquetada
en el color del bosque,
en mis ojos de presa predadora,
en los íntimos reclamos de los pequeños dedos
de estos pies que no cesan.
Un sexo interminable que agucé
con turbulentos pájaros azules;
un sexo goloso que me invento
para comerlo mejor.
(Desechemos esta vez a la abuelita:
la abuelita es una excusa,
un subterfugio más que prescindible).
Salto desde mi capa roja
a la desnudez más perfecta.
Y me dejo puesta esta carne que canta,
mientras avanzo
hacia encuentro del hombre que me espera.
El hombre que aúlla
y no sabrá que es lobo
si no llego.
Del poemario "Once Upon A Time" (2014)
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