QUÉ PODRIDA MANZANA
"Qué fue la vida
qué
qué podrida manzana
qué sobra
qué desecho"
Idea Vilariño
Tenía quince años cuando leí por
primera vez
el poema de Idea Vilariño
“Qué fue la vida”.
No me gustó.
A los quince esperaba
que la vida fuera otra cosa
(un llamado de luz en la garganta
de la rosa de los vientos)
y me delineaba los ojos cada mañana
antes de salir para la escuela,
aunque sabía que la Cavilliotti
iba a obligarme a lavarme la cara.
Pintarme los ojos era un acto dulce de rebelión,
un gesto de esperanza.
Mil veces iban a obligarme a lavarme la cara,
pero no importaba.
Mil veces iba a pintarme los ojos.
Tenía quince años y el poema no me gustó.
A los quince me gustaban
los poemas de amor:
“Quiero llevar tu sello,
estar marcada
como una cosa más entre tus cosas…”
Sin embargo,
los veros de Idea
son unos de los pocos que memoricé,
involuntariamente,
y recordé cada día de mi vida,
como una profecía o como una sentencia.
Qué podrida manzana
qué podrida manzana.
Qué fue la vida
me pregunto hoy
con tantos muertos tatuados en mis huesos,
tantas mudanzas,
tanto polvo,
tantos besos que se gastaron en el aire
sin saliva y sin bocas,
tanto sexo a desgano,
tanto tedio.
Qué fue la vida,
qué,
quién fui yo,
quién soy,
dónde quedaron mis ojos sediciosos,
mi porción de esperanza.
Y el poema de Idea se hace inmenso
en su desgarrada sencillez.
Qué
qué
qué podrida manzana.
Arte: "Manzana podrida", Adriana de la Rosa
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