PANDEMIA
Ayer,
después de muchos días,
volví
a ver a mi madre.
Mi
voz sonó como una piedrita de ansiedad
contra
su ventana:
“Te compré los remedios, mami,
te compré un chocolate”.
Ella
abrió la puerta
y
dos metros de miedo
nos
separaron del abrazo.
Me
costó no tocarla.
Me
costó no enojarme cuando me dijo:
“Si me pasa algo me cremás y me ponés con tu hermano;
los papeles del cementerio están ahí,
en el primer cajón del placard”.
Me
costó no llorar con ella,
perseverar
en la sonrisa y la ironía:
“Ojalá vivas en tiempos interesantes, dicen los
chinos;
más vale una maldición que una receta de cocina.
No llores, mamá, por favor,
esto va a pasar,
va a pasar, te lo juro.”
Esto
va a pasar, mamá, y vamos a ser igual
que antes,
igual
de estúpidos y mezquinos.
Igual
de miserables.
Nos
vamos a lavar las manos un poco más seguido,
al
principio.
Y
después nos olvidaremos de hacerlo.
Como
nos olvidamos de todo.
(Olvido
supervivencia,
olvido
en defensa propia,
¿cómo
salir de la cama cada mañana
sin
olvidar antes
que
los papeles del cementerio
están
ahí, en el primer cajón del placard?)
Te
compré un chocolate, mami.
Alcohol
en gel no había.
Arte: Aleksandar Mijatov
Excelente
ResponderBorrarMuchas gracias, Héctor! Abrazo!
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