NO
NOS CALLAMOS MÁS
No
nos callamos más,
dicen
las pibas,
y
vos sentís que esas pibas pagaron
el
rescate de tus cuerdas vocales
y
sos libre para decirlo todo,
para
dejar de barrer la basura
debajo
de la lengua.
Esto
pasó siempre,
dice
tu mamá,
y
se acuerda del gerente de la tienda de Avellaneda
donde
trabajaba a los dieciocho,
del
Gordo Porcel en la puerta de Racing.
Esto
pasó siempre,
qué
bueno que no se callen más,
qué
bueno.
Y
vos te enorgullecés de las pibas
porque
sus gargantas se arropan unos a otras,
y
se acarician,
con
la ternura con la que el recuerdo
acaricia
a los perros de la infancia.
Y
te enorgullecés de tu vieja
porque
no es la que duda,
la
que habla del buen y mal gusto de los depredadores,
como
si la violación o el acoso
fueran
premios macabros a la belleza.
No
nos callamos más,
dicen
las pibas,
y
ahí tenés un motivo para ser feliz.
Ni
vos, ni tus hijas, ni las hijas de tus hijas
van
a volver a estar solas.
Nunca
más solas.
Y
mucho menos
Arte: María María Acha-Kutscher
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