jueves, 19 de septiembre de 2019

HERMANAS


HERMANAS



Yo soy Meg, decía ella, correctísima,
y a mí me parecía verla
alisando los pliegues de su vestido largo
adornado con moños y volados.
Yo era Jo, casi siempre,
(pero en secreto también era Amy,
quería probarme todos los sombreros,
pasear por Europa,
casarme con Laurie).
Ella era la hermana mayor
y se había tomado tan en serio el papel
que los dos años que me llevaba
parecían eternos.
Siempre tenía los útiles en orden,
los deberes al día,
el guardapolvo impecable.
Tenía, además, el pelo largo y lacio,
las piernas interminables,
todo eso que yo no iba a tener nunca.
Vos tendrías que aprender un poco de tu hermana,
sentenciaba mamá,
y yo no sabía si la quería o la odiaba
(la quería porque me había hecho un traje de Mujer Maravilla
con una cortina roja vieja,
una bombacha de stretch azul
y mucho papel glasé metalizado;
la odiaba porque era mejor que yo,
siempre iba a ser mejor que yo
y no perdía todas las pinturitas la primera semana de clases).


A pesar de dormir en la misma habitación
nunca nos quedamos hasta las seis de la mañana
compartiendo secretos del corazón.
Pero cuando estaba de luna de miel
me mandó una tarjeta postal contándome que le había dicho
Ra, prendé la luz a su flamante marido.
A  pesar de llevar la misma sangre
nunca nos acercamos demasiado
(no éramos las chicas March,
ni las rubiecitas de la tribu Brady:
éramos hermanas de verdad,
disputándonos la mirada amorosa de un padre
que había muerto hace siglos).


Hoy estamos las dos espantando mariposas negras
en la sala de espera
de una Unidad de Terapia Intensiva.
Ella, con zapatos Ricky Sarkany
y blusas impensables en la vidriera de los coreanos.
Yo, con un jean así nomás
y un bolso enorme con la cara de Marilyn Monroe.
Ella, llamando por teléfono a todo el mundo.
Yo, pidiéndole que también llame a mi hijo o a mi marido,
porque mi celular no tiene crédito,
no tiene batería, me lo olvidé,
 ojalá que no lo haya dejado en el bar.

(Y ella llama, claro;
hace más de cuarenta años que sabe que no soy Jo:
soy la que pierde todas las pinturitas la primera semana de clases).


¿Y si le dijo que sí, que la quiero?



Arte: Heatherlee Chang

No hay comentarios.:

Publicar un comentario