jueves, 15 de agosto de 2019

UNA MADRE TERRIBLE



UNA MADRE TERRIBLE

Va a ser una madre terrible, dijeron,
cuando mi embarazo se hizo evidente
y las vecinas maliciosas afilaron los colmillos
para preguntar
cuándo me había casado.
Terrible, sí.
Demasiado irresponsable,
demasiado irreflexiva,
demasiado emocional.

Voy a ser una gran madre, dije yo,
y traté de rodearte de belleza:
caricaturas de Tex Avery,
música de Los Beatles,
historias de cronopios y famas.
Pero el oráculo del barrio no se equivocó:
fui una madre terrible.
Dije que sí cuando debí decir que no.
Dije que no cuando debí abrazarte.
Y cuando no supe qué decir
me tiré en la cama a llorar
y no me levanté durante meses.
Vos tenías once o doce años
y no entendías.
Yo era una adulta
(demasiado irresponsable,
demasiado irreflexiva,
demasiado emocional)
y tampoco entendía.

Fui una madre terrible.
No supe
sembrar tu nombre en la luz.

De tu papá heredaste
los ojos verdes,
la nariz perfecta,
el contundente apellido italiano.
De mí,
la lluvia que gira entre tus dedos
como un trompo infeccioso.
Cronopios, famas, y ninguna esperanza.
Los pies fríos,
la duda irrazonable.
La tristeza.



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