ENTERA
A
Beatriz
Me
desperté de madrugada
y lo
primero que hice fue pensar en vos.
Pero esta
vez no te pensé
como un
pájaro transparente
que se
fue diluyendo
a
medida que paría insomnios.
No
pensé en tu suave manera de morir,
en tu
recorrida en puntas de pie
por la
memoria de todos
para
encender una luz que tuviera tu nombre.
Pensé
en tu miedo.
Pensé
en lo que sentiste cuando te dijeron la palabra cáncer.
Imaginé
que lo primero que hiciste
cuando llegaste
a tu casa
fue
desnudarte frente al espejo y mirarte, mirarte tanto.
El pelo
rubio,
la ondulante
altivez de la cintura.
Los
pechos erguidos como médanos dorados
sobre
la tarde íntima del cuerpo
Mirarte
para retenerte.
Aprehenderte.
Confiscarte.
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