lunes, 11 de junio de 2012

PRESENTACIÓN "HERMANO"


 
PRESENTACIÓN "HERMANO" 

8 DE JUNIO DE 2012

CENTRO CULTURAL BARRACAS AL SUD


Pararse frente a la poesía de Raquel es un desafío; pararse frente a este libro de Raquel es un acto de valentía. Desde lo temático "Hermano" traza el camino que se atraviesa en el proceso de duelo. Los que estamos aquí seguramente hemos transitado por este camino en algún momento de nuestras vidas y podemos acompañar a la poeta en su recorrido. Y los que no lo han transitado, a través de "Hermano", entran en ese sendero y, en ese recorrido, el duelo  se les hace carne en su carne y más allá.
Ya en el primer poema del libro Raquel nos sumerge en el espacio de la desolación: "Yo ensanchando las manos para alcanzar la tierra que te asfixia". Esta imagen involucra a los lectores y los  lleva  al centro de la palabra "imposibilidad".
En el poema "The last song", en la página 20, el desgarro y la impotencia se pueden ver sin velos, son palabras que pueden tocarse de manera contundente, si bien ambas atraviesan todo el poemario.
Llegamos, luego,  al poema "Mamá llora", a mi parecer el poema central del libro, donde ya decir con palabras no alcanza para transcribir lo que en el cuerpo se deshace, lo que en el alma no se puede tocar porque arde de tal manera que no es muerte sino agonía infinita. En el final de este poema Raquel nos dice: "Porque esta vez me tocó a mí juntar los juguetes y esconder los que están rotos para que mamá no los vea." Aquí no cabe más que silencio.
Otro poema clave es "¿Dónde están tus zapatos?". Me detengo aquí para hacer referencia al lenguaje utilizado en todo el poemario. Cada imagen de este libro, más allá de lo temático, lleva en sí la cotidianidad: mantel, pan, cuchillo, elementos de todos los días, palabras que usamos todos los días. Raquel sabe dar a cada palabra la fuerza del lenguaje poético. Desde la sencillez misma de la palabra Raquel hace poesía. En la página 46 del libro el poema "La última vez"  hace del acto cotidiano un hecho poético. Y el interrogante final de este poema  parte los ojos en lágrimas y crea un nudo en la garganta del lector: "Pero tu olor, ¿dónde está tu olor?"
De manera similar nos toca el poema de la página 53, "La voz se va", rozando ese lugar nuestro donde queremos pensar en otra cosa porque la voz del que ya no está se va perdiendo en nuestra memoria.
Ya casi llegando al final del libro nos encuentra el poema "Antes o después", queriendo, necesitando, pidiendo piedad ante tanto desconsuelo. "Antes o después" es dejarse llevar por los días, por el viento; es querer salir del lugar donde estuvimos yaciendo, agonizando. "Antes o después" no es rendirse sino empezar a entregarse un poquito a la vida después de tanta muerte, aunque la muerte persista en nosotros. 
En el final de "Hermano" aparece la desnudez de lo que somos. Raquel define el proceso de duelo y lo cierra.
Puedo decir que este libro es un cuerpo; las palabras que atraviesan todo este poemario son las que usamos para nombrar un cuerpo: labios, manos, garganta, dedos, ojos. Puedo decir que "Hermano" es un alma conjugada en varias almas, haciéndose una sola en el interrogante que surge ante el dolor del ser humano, ante la limitación y la finitud humanas.
También puedo decir que "Hermano", puesto en palabras, diciéndose en poesía, como lo hizo Raquel, es sanación y esperanza. Tal como dije en el prólogo de este libro, tengo la certeza de que Raquel revela en este poemario el oficio de poeta al que fue llamada.

CLAUDIA VÁZQUEZ, POETA Y COFUNDADORA DEL CENTRO CULTURAL ALEJANDRA PIZARNIK

 

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