sábado, 24 de febrero de 2024

LA ESTACIÓN


 LA ESTACIÓN




Sucede que yo

me subí a un tren que no era el mío

y desemboqué en una estación extraña

donde tres o cuatro tipos muertos

me miraban de reojo,

mientras hundían sus bocas rotas

en la espesura del vino.



Sucede que yo

me acerqué a preguntarles

para qué lado quedaba el verano

y el más muerto de todos

-el más borracho-

me dijo que el verano no existía

y que más valía ahogarse en vino

que en lágrimas.



Sucede que yo

pedí disculpas torpemente

a esta siniestra rosa de los vientos

de carne vencida

-que, además, estaba en huelga-

y me senté en el andén

a esperar que el sol se diera por aludido,

de una vez por todas,

y dejara de llover.



Sucede que yo

terminé tan borracha

como esos tres o cuatro tipos muertos,

asustando a las muchachitas idiotas

que se suben a trenes equivocados

y corren detrás de hombres que nunca

-nunca, nunca, nunca-

saben cantar.



“El amor no existe, nena.

Y más vale ahogarse en vino

que en suspiros”,

suelo decirles con mi voz alcohólica

a las mujeres con vocación de manzana

que se arrojan a los pies de un macho atroz

y ahí se pudren,

como si nada.



Sé que las estoy condenando

a quedarse detenidas para siempre

en la estación de los desengañados.



Pero, la verdad,

me encanta lo que hago.








Arte: 33Domy

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