martes, 6 de febrero de 2024

EXTRAÑAS


 EXTRAÑAS 


"Morir es un arte, como todo.
Yo lo hago excepcionalmente bien.
Tan bien, que parece un infierno.
Tan bien, que parece de veras.
Supongo que cabría hablar de vocación...."
Sylvia Plath  



He muerto tantas veces  

que ya conozco al dedillo el ritual  

de detener mi corazón  

y convertirme en un puñado de cenizas.  



He muerto cada día,  

como todas las cosas. 



Sepulté a la niñita que gemía  

en el umbral de una orfandad culposa  

-papá se fue porque no fuiste buena  

y rompiste tu cuaderno nuevo,  

y dijiste dos o tres mentiras, 

y no le prestaste los juguetes a tu hermano-. 



Sepulté a la adolescente ardida  

que se buscaba sin pausa  

en los ojos de todos los hombres que la habían amado,  

y bailaba vestida de capricho  

en un mundo amueblado con saliva,  

con semen, con sudores.  



Sepulté a la mujer que no sabía  

que los besos son feroces escalpelos  

que descuartizan los soles del verano  

y el amor, una falacia agridulce,  

un bostezo interminable que no alcanza  

para quitarle los zapatos al insomnio.  



Si las miro a las tres,  

las veo ajenas.  

Ajenas a este cuerpo que me habita,  

ajenas a este llanto que me moja.  

No reconozco sus voces ni sus sueños;  

las he sepultado y he olvidado  

sus caras y sus gestos.  

No hay ninguna palabra que ellas puedan decir  

que yo comprenda.  



Son tres extrañas más 

entre la multitud de mercaderes que estuvieron  

de paso por mi vida  

y se llevaron su libra de carne,  

de sal y de vigilia,  

y me dejaron exhausta y hambrienta  

y casi tan desnuda  

como esos arbolitos que no pueden  

hacer frente a la bestia del otoño.







Arte: "Three women", Elise Ritter 

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