AHORA LA MEMORIA ES HÚMEDA
En aquel tiempo ignoraba
cuál era el oficio de la poesía,
pero le decía que no
a las mariposas muertas
y amenazaba con el puño
a los verdugos de diez años.
Lamentaba
que el verano se extinguiese
en los dobladillos de marzo,
pero me empeñaba en apurar
el almanaque del cuerpo
y celebrar la rueda de la sangre,
la quietud de las muñecas desertadas.
En aquel tiempo no había padre,
pero nadie pensaba en los caídos:
la memoria egoísta expulsaba humedades,
los gestos no admitían
vestigios de animales rotos.
Había hermanos
que volaban sobre los manteles
y migas de pan estrellándose contra la risa
como esquirlas de hambre saciada.
Había amores, también,
cuerpos apenas despuntados,
pieles que no infligían mortandad al domingo.
En aquel tiempo nadie sudaba miedo.
Las cenizas no gruñían advertencias.
Ahora, no sé.
Ahora se fueron todos.
No hay hermanos, ni amores,
ni siquiera
verdugos de diez años.
La vida dejó un árbol entreabierto.
Se llevó los pájaros.
Estoy sola con los muertos.
Ahora la memoria es húmeda
y mi padre viene de lejos
a mirarme la sombra.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario