sábado, 1 de abril de 2023

MI MADRE CUENTA


 MI MADRE CUENTA

 

 

Como si el tiempo se hubiese soltado el pelo


y hubiera barrido mis años


con su melena de luz


las noches de febrero me han devuelto


a la casa de mi madre.


Mi madre,


una Scherezada anciana


que vive para contar


(que cuenta para forzar el amanecer),


hilvana recuerdos con la aguja profunda de su lengua


(y yo estoy otra vez en mi casa


y miro con curiosidad la foto de mi hermano muerto


colgada en la pared donde, hasta ayer,


había un poster de Los Beatles).


 

 

Mil y una noches con mamá,


y mamá cuenta.


Cuenta que 1960 no fue tan especial


pero que hubo un novio, sí,


del que yo nunca oído a hablar.


Juan Carlos se llamaba


y sus hermanas me regalaron un pullover rosa.


Cuenta que lo dejó por Norberto,


el infame que la engañó con la secretaria de Masllorens,


y que después conoció a papá.


Cuenta que Norberto volvió tres días antes de su boda


a pedirle que no se casara


y ella se casó igual.


Y que volvió, también, cuando mi padre murió


para invitarla a pasar un fin de semana en Mar del Plata


y ella le dijo que no,


porque donde iba llevaba a sus hijos


Norberto, el villano,


 sepultado hace años:


“Al final, no importa a quién hubiera elegido,


mi destino era ser viuda.”


 

 

Mil y una noches con mamá,


y mamá cuenta.


Cuenta algunos cumpleaños,


algunos carnavales,


algunos velorios.


La película de la Coca Sarli,


“Setenta veces siete”:


“Nunca vi una película tan estúpida:


ella se la pasaba tirada en la cama


mirando un agujero en el techo.


Nos fuimos del cine porque nos aburrimos.”


Cuenta que cuando exhumaron el cadáver de su padre


una media de nylon seguía intacta


y los huesitos de los dedos de los pies del abuelo brillaban dentro


como runas mágicas,


como caracolitos desertados del mar de la muerte


(no lo cuenta ni con horror


ni con pena,


lo cuenta con ternura,


como si contara que encontró


un puñado de bolitas


o la pila de figuritas con brillantina


con las que jugaba cuando era chica).


 

 

Mil y una noches con mamá,


y mamá cuenta.


Cuenta, cuenta, cuenta.


Yo cierro los ojos,


como si ensayara


un pase de magia antigua,


y espero que al abrirlos


el poster de Los Beatles haya vuelto a ocupar


su lugar en la pared.


Y que mi hermano entre en puntas de pie


a preguntar


si ya se quedó dormida.






Del poemario "El corazón de mi madre", Apócrifa Editorial (2022) 

 

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