FELIZ
cuando tenías catorce
años.
Cuando tus pasos no
temblaban
y las veredas
reventaban de flores
alrededor de tus zapatitos
Guillermina,
y los pibes del barrio
se daban vuelta
cuando te veían pasar.
Kolynos, te decían.
La chica pura sonrisa.
Me hubiera gustado
conocerte
antes de que ninguna
sombra
te enlodara la frente.
Con el corazón indemne.
Sin arrastrar el estigma
de la viudez prematura.
Sin la llaga del hijo
muerto
quemándote el útero.
Sin ninguna mueca de dolor
torciéndote la boca
cuando intentás tender la
cama,
o te levantás de una
silla.
Me hubiera gustado
preguntarte
“¿Cómo estás?”
y que me respondieras “Bien”.
Y me sonrieras, chica Kolynos,
para volver a nacer en tu
alegría
y sacudirme del cuerpo
este antojo ridículo de
duplicar tu otoño,
tus malas brújulas, tus
tormentas,
tus retablo de lágrimas.
Desaprender el enojo y la
tristeza.
Desaprender la hembra
amputada.
Me hubiera gustado verte
feliz,
mamá.
Verte feliz.
A los catorce.
Siempre.
Del poemario "El corazón de mi madre", Apócrifa Editorial (2022)
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