lunes, 24 de abril de 2023

EPITAFIO PARA BOATSWAIN


 EPITAFIO PARA BOATSWAIN

“Aquí yacen los restos de alguien que poseyó belleza sin vanidad, fuerza sin insolencia, coraje sin ferocidad y todas las virtudes del hombre sin sus vicios. Este elogio, que sería adulación inmerecida si estuviera inscripto sobre cenizas humanas, no es más que un justo tributo a la memoria de de BOATSWAIN, un PERRO que nació en Terranova en mayo de 1803 y murió en Newstead el 18 de noviembre de 1808.
Cuando algún orgulloso hijo de la raza humana retorna a la tierra, desconocido para la Gloria pero ayudado por su Nacimiento, el arte del escultor agota las pompas del dolor y urnas llenas de hechos registran el nombre de quien yace debajo. Encima de la tumba se ve no quien fue sino quién debió ser.
Pero cuando el pobre perro, en vida el amigo más fiel, el primero en dar la bienvenida, el primero en defender, cuyo honesto corazón es propiedad de su dueño, que trabaja, pelea, vive, respira solo por él, cae sin honores, desconocidos sus méritos, el alma que poseyó en la Tierra le es negada en el Paraíso. Mientras el hombre, vil insecto, espera ser perdonado y reclama para sí un Paraíso exclusivo.
Hombre, miserable inquilino de nuestro mundo, degradado por la esclavitud o corrompido por el poder, quien te conoce bien debe evitarte con desagrado, masa envilecida de polvo animado. Tu amor es lujuria, tu amistad trampa, tu lengua hipocresía, tu corazón engaño, vil por naturaleza, ennoblecido solo por el nombre, cualquier bestia gentil puede hacerte sonrojar por la vergüenza.
Tú, a quien el azar ha traído ante esta simple urna, sigue de largo, ella no se levanta en honor de nadie a quien quieras llorar. Estas piedras se levantan para señalar los restos de un amigo; solo uno conocí y aquí yace.”

Lord Byron


Arte: Elizabeth Bridget Pigot

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