UN VESTIDO
Ayer soñé que mi madre
se compraba un vestido.
Un vestido con margaritas
como ese
que ceñía su cuerpo joven,
sus redondeces,
tanto brote nuevo.
Anoche soñé que mi madre
se compraba un vestido
y giraba
un poco sol,
un poco relámpago,
y las margaritas se encendían
como lucecitas de Navidad,
y ella nacía
en un pesebre de algodón
con una estrella en el camino,
una estrella en la frente.
Hace mucho tiempo que mi madre
no se compra un vestido.
Hay pequeñas cosas
que se dan por sentadas.
Nunca pensamos que esa vez
es la última vez.
La vida decide.
El dolor decide.
La debacle de las piernas,
la boca que se derrumba
sin besos para apuntalarla.
El corazón tachado,
una palabra
que no podemos decir,
un bocado de silencio para tragarse
el sístole y diástole
donde late el cansancio.
Ayer soñé que mi madre
se compraba un vestido.
No la abracé, le dije
“Te queda bien”.
No pensé que era la última vez.
Nunca es la última vez
cuando cierro los ojos
y mi madre gira,
una calesita de flores
y piernas interminables.
“Te queda bien”, le dije.
Y ella sonrió
como no sonríe nunca.
Del poemario "El corazón de mi madre", Apócrifa Editorial (2022)
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