YES, LOVE
En memoria de David Cassidy (1950 - 2017)
Tenía once años cuando la sangre me visitó por primera vez.
Yo era una serpiente delicada
mudando la piel
y estallé en rojo
como una rosa del desierto recién hecha
alimentándose del calostro de la primavera.
Tenía once años cuando lo vi por primera vez.
Él era una perdiz de azúcar donde hincar el diente
de los mejores finales,
algo que me pasaba en el cuerpo,
en la poesía desafinada de los pupitres,
la contracara perfecta de una siesta aburrida de muñecas.
Mamá decía que enamorarse así de alguien que salía en la TV
me hacía un poco loca
(ella había amado a James Dean treinta años antes
y había llorado tanto).
Tenía once años y era feliz esperando
lo que al final no llegó:
jamás completé un álbum de figuritas
ni aprendí a bailar.
Nunca besé a David Cassidy.
Fotografía: David Cassidy
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