EVITA Y EL CORTEJO FÚNEBRE
Los que acompañan el cortejo fúnebre de tu padre
(el cortejo incómodo,
el cortejo manchado por una prole
que nació como los yuyos,
al costado del camino)
te miran con horror
y algo de lástima:
la hija adulterina,
la hija sacrílega,
la bastardita.
Vos los mirás con las pupilas dulces
de una hija silvestre.
Demasiado chiquita para entender
lo que entendiste después:
todo lo que sube tiene que bajar.
Las miradas altivas también.
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