viernes, 21 de febrero de 2020

BÉLA LUGOSI VUELA


BÉLA LUGOSI VUELA

1956.
Los vampiros europeos, 
sofisticados y aristócratas 
pasaron de moda. 
En un insignificante departamento cerca de Western Avenue
Béla Lugosi vuela 
coronado 
por un espeso silencio de morfina. 
Él, 
jauría, esperma negro, 
bitácora de sangre, 
tiene la lluvia creciéndole en los labios, 
la bijouterie de las sombras 
hundiéndose en su cuello de cisne rumano.  

Béla Lugosi vuela 
con alas de alcantarilla y recuerdo, 
y su mordida crece como la marea. 
En su jardín 
las rosas son ataúdes minúsculos 
tapizados con terciopelo rojo 
y los insectos crujen. 
En sus sábanas 
una canción postrada alza la voz 
y hunde el corazón 
en un charco de orina y lágrimas.  

Béla Lugosi vuela. 
En círculos. 
Con las venas rotas. 
Con la lengua apelmazada. 
Con los ojos sucios. 
Vuela y miente. 

Dice que es eterno 
pero la muerte lo devora dulcemente 
como a una cena fría.


Arte: "Béla Lugosi ", Tom Richmond
De "Enaguas de encaje rotas", Editorial Ruinas Circulares (2019)

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