VERANO DEL ‘76
Vos armabas canastitas con abrojos
y yo tenía una coronita
de flores en el pelo
(“Soy una princesa,
¿ves?
Y a las princesas no
les pasa nada malo.
Nunca.”)
Hacía calor y
esperábamos
que alguien nos
rescatara de ese jardín ajeno.
Queríamos volver a casa
y ver la Pantera Rosa.
Queríamos volver a casa,
a papá y
mamá enormes y definitivos,
mamá con un gorrión en
la garganta,
papá con el corazón
entero
(nada de “Jorge no
puede respirar”,
nada de “Jorge se
muere”,
a las princesas no les
pasan esas cosas).
Vos me creías cuando yo
te decía
que todo estaba bien,
que los médicos
curaban. Siempre.
(Me creías cuando te
decía que los caracoles se casaban,
que si girábamos en el
patio hasta marearnos
cantando “El sol
sale para todos”
la lluvia se iba,
que la mamá de Bambi estaba
sana y salva en una casita de Mar del Plata:
“Yo la vi, te juro que
yo la vi, lo de la película fue todo mentira”).
Vos armabas canastitas
con abrojos
y yo tenía una coronita
de flores en el pelo.
El verano se prometía
lindo.
Queríamos volver a
casa.
Y volvimos.
Volvimos
para besar a un
señor frío y blanco
que era papá
pero no era.
Volvimos
para aprender a ser
huérfanos.
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