martes, 5 de noviembre de 2019

NEGRA DE MIERDA



NEGRA DE MIERDA

Negra de mierda, me dice la señora rubia
de bermuditas blancos y anteojos de sol
que agita una banderita y viva a la Patria
convencida de que la Patria es ella
y nosotros,
los  negros de mierda
somos apenas hongos que proliferaron
después de una lluvia incómoda.
Negra de mierda que no sabe,
no entiende,
no aprecia,
que chapotea en el barro
y caga en un balde,
que pare como una coneja
para que el Estado la mantenga
y mantenga a sus hijos
(esos negritos de mierda con los mocos colgando
que en un par de años seguro salen a robar,
aplauso para el policía que los mate por la espalda,
aplauso, medalla y beso).
Negra de mierda,
gorda,
puta,
feminazi,
que Dios y la Patria te lo demanden
(la Patria que soy yo
y el Dios que es Dios pero no tiene nada que ver
con ese Papa zurdo que nos avergüenza como argentinos).

Hace veinte años, yo era una linda morocha.
Ahora soy una negra de mierda.
En el medio,
el lobo abrió la puerta para que salieran a jugar
los enanitos fascistas de los que nos previno la Fallaci
allá por los ’70.
La señora rubia alimenta al suyo
en la mesa de Mirtha
cada fin de semana.
Y lo saca a pasear con orgullo
como si se tratara de otro perrito de raza
(que no caga en un balde,
caga en la vereda,
pero es de raza, che,
caga con mucha más elegancia que el cocoliche con patas
que yo adopté vía Facebook,
mi adorable cabeza del conurbano,
mi  precioso negro de mierda).


Arte: Murales en Avenida Alvear, 3 de Febrero

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