NADIE
DEJA SU CASA SIN DOLOR
¿Alguna
vez te preguntaste por qué?
¿Por
qué los pies aullando en el desierto
como
coyotes huérfanos,
diez
dedos mordidos por el sol
y el
hambre silbando sus artes de serpiente?
¿Por
qué los pulmones peregrinando el mar
como
peces enfermos,
el aire
podado por la sal
y el
miedo declamando sus colmillos de escualo?
Nadie
deja su casa sin dolor.
Nadie
deja su casa sin sepultarse en sus cimientos
y
resucitar en la promesa del horizonte.
¿Alguna
vez te preguntaste por qué?
¿Por
qué las fronteras y los muros son detalles
que los
pájaros ignoran?
¿Por
qué las mariposas migran libres
por
encima de las voces del tirano?
Si abrieras
los ojos de tu espejo
todas
las pupilas serían la génesis de tu llanto,
en
todas las bocas levaría el pan de tu risa,
todos los hombres dormidos respirarían tu sueño.
¿Alguna
vez te preguntaste por qué
el
bosque conjuga en su espesura
todos
los tonos de verde
y en
ningún lugar es menos savia,
menos
eternidad,
menos
nido?
Nadie
deja su casa sin dolor.
Nadie
cierra una puerta sin esperar que el corazón del mundo
abra
otra,
la
definitiva.
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