EL AMOR HA QUEDADO ATRÁS, MURIÓ EN UN
PORSCHE
Caminaban
por la playa tomados de la mano,
susurrándose
ángeles al oído,
con la
certeza de que iban a estar juntos para siempre.
Él era
un rebelde con causa,
atormentado
por su orfandad prematura,
cargando
sobre su espalda rubia
el peso
de la vileza con la que un pastor cuáquero
le
había arrancado la infancia del cuerpo.
Ella,
una chica italiana y religiosa,
que
soñaba con ser una de estrella de Hollywood.
James Dean nunca
sonreía y tenía modales bruscos.
Pier Angeli se
enamoró de su sonrisa
y se
hundió en su boca hasta encontrar
la raíz de la ternura.
Pero la
madre de Pier, católica y feroz,
se
opuso al romance.
La
chica italiana, enferma de familia,
de usos
y costumbres,
de Cerdeña y de Espíritu Santo,
fue
obediente y se casó con otro.
El día
de la boda llovió
y James Dean lloró en la puerta de la iglesia,
mojado
y solo.
Diez
meses después se mató en un accidente.
El matrimonio
de Pier duró, apenas,
cuatro
agónicos años.
La
chica italiana no quiso llegar a los 40.
A los
39,
casi el
espectro de una flor,
con
pocas perdices en su haber
y la
soledad como un cilicio
con el
que se castigaba cada noche,
eligió
el final.
“El amor ha quedado atrás, murió en un Porsche",
escribió justificando
su orgía de pastillas,
su insulto a la madre y al Espíritu Santo,
su soltarle la mano a la vida.
Su decidir, por fin,
de qué lado de la cama quería dormir
y con quién.
Fotografía: James Dean y Pier Angeli
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