VIVIEN
LEIGH SE SIRVE OTRA COPA DE VINO
La noche da sus primeros pasos y ella es
vieja,
es vieja desde antes de nacer,
una muñequita de porcelana envuelta en
hojas de té indio,
una muñequita de porcelana con ojos
verdes
y corazón antediluviano.
Si un poema empieza
con un nudo en la garganta
fueron poemas todos los días de su vida.
Vivien
Leigh se sirve otra copa
de vino.
Una vieja loca por los gatos
con mohines de dama sureña.
Una vieja que dependió siempre
de la amabilidad de los extraños.
Una vieja que escribe para nadie
la historia de un animal tuberculoso que
se muere y no,
que se muere y cuándo.
Vivien
Leigh se sirve otra copa
de vino.
En la mentira tibia del alcohol flota su
cerebro
como un feto inviable.
No debería haber nacido.
Nunca hubo un pezón que apaciguara
su berrido de ciervo alienado.
Nunca hubo un gesto de luz
dentro de su cabeza bella y vieja.
Vivien
Leigh se sirve otra copa
de vino.
Y otra.
Y
otra.
De repente el aire falla
y sus pulmones son enaguas de encaje
rotas.
Pero no importa.
No
importa.
Después de todo,
mañana no será otro día.
La noche da sus primeros pasos
pero ella sabe
que llegó y se queda.
Arte: "Vivien Leigh Reading with Tissy", Roger Furse
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