MI VESTIDO AMARILLO
Hoy llamé por teléfono a mamá
para
hacerle una de esas preguntas
que le
llenan la memoria de pájaros
“Mami,
¿te acordás de mi vestido amarillo?"
Mi
vestido amarillo
-mi
adorado vestido amarillo-
era la
página perfecta
para
escribir un cuerpo que apenas despuntaba,
virgen
en sus latidos,
virgen
en su capricho de florecer y no,
a veces
un golpe de sangre en los pies de tiza
de una
rayuela inquieta,
a veces
un huracán de mermelada
y
pequeñas cosas vivas palpitando
en mis
redondeces nuevas.
Mi
vestido amarillo
era un
alud de cigarras:
llegaba
con el verano
(con la
hora de las puntillas,
las sandalias Skippy,
los carritos que vendían helado al costado de la siesta).
Yo giraba dentro de ese vestido
con la cabeza en el sol,
con la boca rezumando insectos luminosos,
interminable como las piernas de la chica más hermosa del mundo,
y mi sexo confundido parpadeaba
porque no sabía
si era mujer o era niña,
si era sangre o era mermelada.
si era capricho o promesa de pequeñas cosas vivas.
Mi
vestido amarillo
-mi
adorado vestido amarillo-
era,
como todas mis prendas,
una
prenda heredada.
Había
sido de mamá y ella lo había descosido y recosido
para
que fuera mío
(nunca tuve un vestido nuevo
pero no me importaba:
tenía un vestido de crêpe a los once años,
y
soñaba con ser una estrella de Hollywood).
Si lo
llevaba puesto cuando iba a la escuela
me
sacaba el guardapolvo a la salida
para
que todo el mundo lo viera.
Hoy
llamé por teléfono a mamá,
hablamos
del verano,
de los
sueños,
de lo
que fue y lo no que fue,
de lo
cortísimo que es enero cuando pasás los cuarenta.
Hablamos
del vestido.
Y me
tembló la voz con un temblor de agua,
con un temblor de
guirnaldas ajadas después de la alegría,
cuando
le pregunté, con un dejo de reproche,
“¿Por
qué lo regalaste?”
no sabes la de memoria que me abriste
ResponderBorrartambién tuve un vestido heredado (no uno sino muchos) mamá me los arreglaba como podía y si no ... total ya crecería para usarlos
gracias por la belleza Raquel
besitos
Este vestido amarillo movilizó a muchas mujeres! Parece que todas las de nuestra generación y las de la generación anterior, tuvimos vestidos heredados. Este poema me gusta especialmente, sobre todo porque abrió la puerta de muchos recuerdos. Además, adoraba ese vestido! Beso grande
BorrarHermoso poema, Raquel. Yo nunca heredé, porque mi mamá cosía para una casa de ropa para chicos, pero si mis vestidos pasaban para alguna prima. Igual me asaltaron los recuerdos.
ResponderBorrarMuchas gracias, Rose! Un abrazo!
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