jueves, 17 de enero de 2013

ESO QUE LLAMÁBAMOS AMOR


ESO QUE LLAMÁBAMOS AMOR


Arrastrabas

con tu paso cansino

la parafernalia de los milagros

y yo te masturbaba con poemas soeces

tallados con celo infinito

en mis huesos de papel de arroz.

Nos buscábamos,

algunas veces,

en los párpados arrinconados del sueño:

me encontrabas boca abajo

mordiendo una almohada de sangre y sudores

y yo te veía siempre de espaldas

huyendo por el largo pasillo

que crecía detrás de mis ojos desguazados.

Cada tanto

te abría mi cuerpo de reina suicida

para que encajaras en él

la cadencia de tu aullido.

A eso llamábamos amor.



Pero un día dejaste caer la máscara,

los besos se extinguieron

y ya no hubo voluntad de abrazo.

Alguien me susurró al oído

que los milagros también tienen

su fecha de clausura

y yo supe

que eso que llamábamos amor

sólo era una culpa maquillada:

la culpa de no poder,

no saber,

no querer

derrocar la ceguera de la noche,

mirarnos reales e imperfectos,

doblegar el ocaso

y ser felices.






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