ROSA
I
Me miro las manos y veo algo más que dos
amapolas ajadas imbuidas de viento. Veo edenes ilegítimos y un destino de pájaro.
II
Un rumor de soles rompiéndose en la
garganta del día. El lenguaje. Hilos de seda esgrimiendo mis poemas como si
fueran marionetas de luz.
III
Rosa el paladar, casi incorrecto. Rosa la
parábola del celo.
Mastico sus dulzuras sin prisa, sin
pausa.
Teatralmente, lo involucro en mis sueños.
IV
La profecía caliente de su cuerpo me
delata. Bebo sus follajes secretos. Como quien no quiere la cosa, pero la
quiere. Como quien se asoma, primitivamente, al estallido.
V
Recuerdo desclavado del martirio. Mis
llagas expuestas. Carne de cordero sacrificado al conjuro de la niebla. Ninguna
cruz alcanza para desatar nuestras sombras. El madero huele a lirios
prematuros.
VI
El monólogo del cuerpo hilvana su elenco
de acuarelas. Extraviada en la ruta de la piel, la llama tiembla.
VII
Diente caníbal que desgarra el labio que
se ofrenda. Saliva suturando la ferocidad del beso. En tierras ajenas crecen
flores extrañas.
VIII
La hora definida donde cesa el color de
la búsqueda. Un jardín para armar, una
lámpara ingenua, un puzzle de avecillas pequeñas.
IX
Abrigar lo poco que tuvimos, trazar el
rubor de tus pinceles, pactar lo mucho que nos queda.
X
Rosa sobre rosa, el alba se abre camino entre
las piernas del cielo. De pronto, el horizonte.
Como si nada.
Me encantó Raquel. Un beso.
ResponderBorrarMuchas gracias, Claudio! Un abrazo!
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