AMARILLO
I
Soy cuerpo. El cuerpo. Desde la afable
cascada de mi nuca desciende un reguero de flores pequeñas que desbaratan
restricciones.
Soy cuerpo. El cuerpo. La sed.
II
Este rostro. Objeto para amar y desamar.
Objeto para armar y desarmar. Encastro una boca excedida en un alero labrado
con palomas sutiles. Los ojos son el preámbulo del día.
III
Un salto. Desde tu mano a tu ingle. Una
melodía inexorable rasgándose en mis cuerdas. Lo húmedo desciende.
IV
Hasta que esta desnudez feroz que conspira
en la punta de tus dedos cante como un pájaro iniciado en el viento. Hasta que
el pájaro descifre el grimorio lúbrico de la primavera.
V
Un ramo con todas mis voces. Una novia de
agua y un umbral donde la luna olvidó sus escarpines de luz.
En el palacio de la memoria, el grito
resolviendo la incursión de tu espasmo en mis abismos. En el dorado palacio de
la memoria, una flor, juez y parte del estallido militante de la savia.
VII
Greda animal. Hebras de sol suturando la
herida de la bestia salada que se arrastra en la arena. Elijo amarte y hago
equilibrio sobre el tallo indulgente de una rosa amarilla.
Este buscarte en los cuadrantes de todos
los relojes, masticando el corazón del tiempo.
Este encontrarte en el hambre de una jauría
que asciende por la inocencia vertical de mis piernas y se duerme en mi sexo
hasta el próximo asalto.
IX
Cantando desde el límite del vino.
Devorando tu carne como a una cena fría.
Soy
cuerpo, sí. Un cuerpo caliente donde el verano encaja hilos aturdidos de miel.
Las abejas me comen y me beben. Tu boca es la reina.
Arte: "Yellow Nude", Ioan Popei
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